jueves, 1 de abril de 2021 (Hace más de 1 mes)

Obviamente cuando te dedicas a hacer fotografía y fototrampeo de fauna y parte de esta actividad se basa en abandonar dejar el equipo en el monte con un mecanismo electrónico que hace las fotos por tí, la posibilidad de encontrarte con algún amigo de ajeno se contempla entre las primeras opciones de la lista de peligros.
Comentaba el otro día con un amigo este tema sobre como evitarlo reducirlo y estuve recordando algunos de los robos, intentos y no-intentos que llevo durante estos últimos años. Como os podéis imaginar llevo ya unos cuantos robos, algunos bastante rocambolescos otros incluso divertidos y en general el resultado no es tan negativo como se podría llegar a pensar. También hay buena gente.
Casi a modo de ficha policial os cuento todos los incidentes sufridos en los últimos 7 años de fototrampeo y de los que ya acumulo unos cuantos (aviso: apunte largo). Algunos ya los conocéis, otros son más recientes y graves y no los he contado hasta ahora (sobre todo el último) Que cada uno saque sus conclusiones, pero ya os digo no todo en el monte son bandoleros:

1. Estreno con delincuentes rurales

Equipo: Cámara de fototrampeo estándar.
Año: 2014
Resolución: feliz
Sucesos: Mi primer robo sucedió en La Srra. de La Muela (como todos, claro) de Cartagena. Tenía dos cámaras de fototrampeo en un palmital bastante remoto y en varios años no he visto nunca pasar a nadie, excepto uno de los pastores habituales de la zona.
Llevaba moviéndome por allí un par de meses y en una de las visitas a recoger las fotos me llevé la desagradable sorpresa: una de las cámaras había desaparecido. Me fui a recoger la segunda. Aunque ya estaba seguro de que el pastor era el responsable (todo lleno de excrementos de ganado) las imágenes de la segunda cámara me lo confirmaron, no salía él pero si todos sus perros. Desmonté la segunda cámara y me fuí para su casa (la ventajas de conocer bien una zona es que también conoces bien a sus gentes).
Como un mafioso de tres al cuarto lo estuve esperando en su casa, todavía andaba por el monte. Al llegar lo saludé cordialmente y todo lo amable que pude le pedí que me devolviera la cámara. El negó todo y dijo no saber de qué estaba hablándole. Traté de convencerlo argumentando que prácticamente eramos los únicos que nos movíamos por determinada zona. Sin bajarse del burro seguía negándolo todo.
Entonces se me ocurrió el argumento definitivo: le enseñe la otra cámara y le dije algo como “esta otra cámara no la has visto! se la voy a llevar a la Guardia Civil y que decidan ellos!”.
Obviamente la cara le cambió de tal manera que las pocas dudas que pudiera tener sobre su responsabilidad se esfumaron. Me devolvió la cámara (que había escondido entre las rocas cerca de su casa) y se disculpó como buenamente pudo.
Pude recuperar la cámara en perfecto estado y un montón de grabaciones desde dentro de la mochila del pastor.
A mejorar: Para atar la cámara al tronco del palmito eliminé bastante hojas secas para despejar un poco el tronco. Si bien la cámara estaba razonablemente bien camuflada cometí la torpeza de dejar las hojas en la base del tronco con lo que llamaba mucho la atención desde bastante lejos. Para la próxima lo mejor es recoger los restos de la poda y dispersarlos por el monte.

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viernes, 15 de enero de 2021 (Hace 110 dias)

Como en los grupos de auto-ayuda estos que vemos en las películas yanquis:

– Hola, soy Alberto, y le doy de comer a los animales salvajes!
– HOLA ALBERTO!! BIENVENIDO!! TE QUEREMOS ALBERTO!!

Sí, reconozco que desde mi más tierna infancia he dado de comer a fauna silvestre. He puesto comederos y cajas nido para aves, ratones y salamanquesas en casa, en el monte cajas nido, comederos y bebederos. Algunas veces por motivos interesados (fotografía) y la más de las veces por simple altruismo. Así a lo loco, y sin discriminar entre especies, lo mismo le doy de comer a una curruca, que a dos salamanquesas, a ratones, a zorros, a ginetas… UY! ¿he dicho zorros?

No me hagáis caso. Darle pipas a un carbonero es el bien. Darle carne a un zorro es el mal e interrumpe el proceso natural por el cual los zorros deben morirse de hambre.

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domingo, 27 de diciembre de 2020

El nombre no es mío, ni es el que más me gusta, pero hay que reconocer que es apropiado dado que el malandrín habita la finca Baladre.

Baladrín rastreandoBaladrín rastreando

Y sí, estamos de pleno en fase de compra de finca y casa en plena “rambla de el cañar” con el tajo de Peñas Blanca como impresionante telón de fondo. Aunque aún nos queda finiquitar el papeleo ya tenemos las llaves y estamos ya personalizando el espacio, colocando cajas nido, repoblando y podando. Ahora son todo proyectos, presupuestos, algunos planos, muchos planes y sobre todo mucho trabajo por delante.
Estos primeros días el protagonismo se lo está llevando sin duda un pequeño zorro confiado que nos visita a diario y que (todo sea dicho) animamos a que nos siga visitando.

Curioseando el territorioCurioseando el territorio

Se avecinan (aviso) tiempos de muchas fotos y vídeos de la zona, algo de vida rústica y de comer al sol con una pareja de águilas reales sobrevolando nuestra casa. A pesar de todo el 2020 termina muy bien, pero es que el 2021 promete hacer historia.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Recuerdo el primer fototrampeo que conseguí de Garduña (Martes foina) con bastante ilusión. Había logrado ya imágenes de todos los carnívoros de la Sierra de La Muela, gato montés, gineta, tejón… pero la Garduña se me resistía. Así es que me dediqué casi en exclusiva una temporada a tratar de localizarla. Me costó, pero cuando por fin lo conseguí se me escapó un “toooma!!” que me salió directo desde el estómago. Desde entonces procuro no perderles la pista.

Garduña con estrellasGarduña con estrellas

Son bastante más escasas que las ginetas, al menos en la sierra litoral, casi a nivel de gato montés y además son bastante esquivas, no dejándose grabar fácilmente. En cuanto se enciende una luz o se dispara un flash recelan y se largan. Suelen habitar roquedos bastante recónditos y de difícil acceso aunque se las suele culpar de destrozos en gallineros en zonas rurales.

Y ciertamente toda la tranquila y parsimonia que aparentan las ginetas en la garduña es justo al contrario. Son puro nervio. Hace ya tiempo que dejó de ser novedad llegar a la cámara y encontrarme los cables hechos trizas, en trocitos repartidos por el suelo.

Restos de batalla

El último todavía lo tengo por aquí esperando reconstrucción. El cuerpo de la Nikon tiene una esquina con restos de mordiscos. Han cortado la cinchas de nylon de las cámaras de trampeo varias veces. En una sesión de fotos reciente, volcaron el trípode con la nikon encima (que pesa un varios kilos) y también los cuatro trípodes de focos y sensor de movimiento, cortados varios cables e incluso cortado los cables de una batería Lipo (que debió darle un buen chispazo). Parecía que hubiera pasado Atila con sus caballos. Afortunadamente la vegetación amortiguó las caídas del equipo y no hubo mayores desgracias.

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lunes, 10 de febrero de 2020 (Hace 84 dias)

La imagen del vídeo apenas vale para identificar al gato, pero en cuanto sale del plano el audio despeja cualquier duda.
Estos días andan en celo por el monte. Todas las cámaras instaladas en zonas “gateras” están grabando gatos. Tuve la oportunidad de oirlos hace una semana, y según me cuentan una pareja se ha dejado ver a plena luz del día por los alrededores de Peñas Blancas. Subid el volumen, pero no mucho! :D

sábado, 8 de febrero de 2020 (Hace 86 dias)

Tengo 10 cámaras de fototrampeo. Hace un par de semanas salí con dos cámaras a una cumbre de La Muela bastante prometedora, instalé una y cuando iba bajando decidí instalar la otra. Oh! cagont.. no la llevaba encima, la he perdido. Creía saber donde. Debí haberla dejado en el suelo mientras instala la primera, pero ya estaba anocheciendo así es que decidí dejarla, ya volvería otro día. La ubicación es muy tranquila no correría peligro.
Ayer fuí a rescatarla. Cuando subía a esta cumbre pasé por un rincón de espesura y al verlo me dije “Hostias, si aquí tenía yo otra! Que cabeza!! no recordaba tampoco esta!!“. La revisé, cogí las fotos y seguí subiendo. “Pues nada -me dije- si tengo dos instaladas más la que dejé el suelo! pues pongo tres. La zona lo merece!”. Llegué a la cámara de arriba cogí las fotos y busqué la cámara perdida. Nada, ni rastro. ¿se caería de la mochila bajando? así es que deshice el camino inicial rastreando el suelo. Pues tampoco. Pues si no está en la senda es posible que estuviera en aquellas cuevas más arriba que estuve rastreando. De nuevo era de noche… así la dejaría de nuevo para otra ocasión.
Hoy abro Google Earth donde tengo un mapa con las ubicaciones de todas las cámaras. Este mapa se sincroniza automáticamente con el mapa que llevo en el teléfono cada vez que conecto el teléfono para descargar las fotos. Reviso el mapa: 1 cámara, 2, 3, 4… 10 cámaras instaladas. No he perdido ninguna. Parece que simplemente he olvidado cuando las he instalado y donde. Cuando subí a instalar la cámara de la cumbre creí llevar dos, pero no debía ser así. O sí fue así, perdí una y no tengo 10 sino 11.
Yo qué se. Lo que parece claro es que con 10 cámara he alcanzado he llenado el buffer de memoria. Con la últimas instalación ya son 251 ubicaciones distintas y estamos en ese punto en que recojo fotos de las cámaras cuando por azar paso por delante de ellas y las re-descubro.
Hace ya tiempo me pasó con un trípode. Cuando hago sesiones de fotos en lugares remotos suelo transportar el material en varias sesiones (muchas veces no puedo todo el equipo). Así es que al recoger hago lo mismo. Escondo parte del equipo (trípodes normalmente) y vuelvo a otro día a terminar de recoger. El problema es que se me olvida que tengo que volver. Un día en casa descubrí que me faltaba un trípode de uno de los focos… y no tengo ni idea de donde está escondido. He visitado varias ubicaciones en que suelo esconder material sin éxito, pero con sorpresa por me he encontrado otras cosas que ni recordaba que tenia que buscar. Al final después de todo te quedas con una alegría.

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