Contando los anillos del caparazón, como a un arbol, se puede estimar la edad de una tortuga. Grosso modo esta de la imagen la he estimado entre 16-20 años y acaba de lanzar oficialmente su Tortuga v.2.0 ( siendo V de vida no de versión)
Ahí donde la ven, tan pequeña (del tamaño del puño de un comunista) esta tortuga puede presumir de haber visto la luz dos veces, la última hace unos días cuando mi padre la rescató del interior de un ladrillo donde había caido patas arriba (en la finca donde ya os comenté que habiamos descubierto sorprendentemete la presencia de tortugas), lo que en cualquier otra circunstancia sería probablemente lo último que hiciese esta tortuga.
Como en las fábulas clásicas de Esopo y Samaniego esta metáfora finaliza también con una bonita moraleja:
Quien en manos de un primitivo deja,
el devenir de su destino,
despreocupese si el ladrillo
amenaza con sepultarlo en vida.
Ya aparecerá, como siempre,
un izquierdista ocioso,
que lo devuelva a la vereda
y lo rescate del pozo.