… o donde las botas sueñan con charcos de lluvia gigantes, el camino a los Simonetes.
Ayer al atardecer, al pasar con el coche sorprendí a una bota de agua chapoteando feliz en un charco enorme. Al verme salió corriendo a esconderse entre las matas. Paré el coche, salí y me escondí detrás de una rueda para tratar de hacerle un foto.
Gracias a su color beige con suela gris el camuflaje era casi perfecto, pero el brillo del plástico mojado la delataba, asi es que a pesar de la oscuridad pude ver como de vez en cuando, con mucho cuidado, asomaba la punta de la bota. Al verme se volvía a esconder.
Estuve así un rato esperando y en vista de que no estaba dispuesta a salir y del frío que hacía recogí los bártulos y seguí mi camino. Mientras me alejaba, por el espejo retrovisor, pude ver como salia de entre las matas y se tiraba de nuevo al charco a botar y salpicar como una bota.