domingo, 15 de mayo de 2016

Algunas secuencias grabadas en una rambla de la Sierra de La Muela donde una pareja de Lirones caretos (Eliomys quercinus) comparten el espacio con las Ratas negras.
Parece que a pesar de la diferencia de tamaño entre el lirón y la rata (esta le saca casi dos cuerpos a aquel) los lirones no se lo piensan mucho a la hora de adentrarse en su zona. Es relativamente fácil presenciar las peleas y persecuciones, que siempre acaban con el lirón refugiandose en las rocas para volver a intentarlo al cabo de media hora.

El entorno cercano a las ramblas de baladres (Nerium oleander) no suele ser el más habitual porque suele ser sitios muy transitados, normalmente ocupados por ratas (negras o grises), pero parece que en algunas ubicaciones, especialmente tranquilas y con una buena vegetación pueden llegar a aventurarse.

martes, 10 de mayo de 2016

La primera vez que vi un Lirón Careto me hizo mucha ilusión seguido de una frustración inmensa. Apenas lo percibí por unas décimas de segundo, lo suficiente para identificarlo y versentír como se metía debajo de la rueda del coche que conducía.
Para mi suerte fue la primera pero no la única ocasión que he tenido de verlos. Los lirones resultan simpáticos, para casi todo el mundo, incluso para quienes las ratas y ratones les producen un profundo rechazo un lirón careto se les antoja divertido.

Lirón saliendo al anochecerLirón saliendo al anochecer

Mucha gente se sorprende que en un paisaje tan árido y extremadamente seco como la sierra litoral de Cartagena haya Lirones, a los cuales asociamos con paisajes muchos más boscosos de encinares y monte mediterráneo, pero ciertamente y aunque la imagen que puedan dar esté más cerca de la que ofrece un jerbo del desierto, haberlos haylos y aunque no me atrevería a decir que son comunes, pero desde luego no es rara su presencia. Sólo es necesario conocer un poco sus costumbres, algunos rastros y buscar en el lugar adecuado.

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martes, 3 de mayo de 2016

Llevaba tiempo maquinando grabar la costa de Boletes desde arriba, desde más arriba, desde más arriba de El Cabezo de las Estancias (el más alto de la izquierda en esta foto) el problema es que las condiciones para volar un drone y tomar alguna secuencia digna allí arriba son bastante complicadas.
Como se aprecia al principio del vídeo cuando uno se «asoma» a este balcón al mar el viento suele ser perenne y tirando a fuerte-muy fuerte. Sí, se puede volar un drone con ese viento y mucho más, pero una cosa es volarlo y otra sacar secuencias de vídeos que no queden inutilizadas por la estabilización posterior, para esto el viento es el peor enemigo. Para colmo la zona además suele cubrirse de repente de nubes bajas con mucha facilidad y rapidez en la que a poco que te descuides tienes que salir de allí a cuatro patas palpando el suelo.

Pero no, la cosa fue sorprendentemente bien, buenas condiciones de viento suave que duraron lo justo para poder grabar algunas secuencias, disfrutar del paisaje, postear alguna imagen y volar un rato el aparato. En seguida, como venía contando, entraron nubes bajas del mar que cubrieron la cima. Ya volviendo de recogida aprovechamos para volar con las últimas baterías y hacer algún vídeo «entre nubes«.

Los planos que buscaba son los fragmentos primeros grabados todavía con sol pero incluyo en el vídeo también los últimos que grabamos de nubes sobre el paraje de Las Hoyas que conforma la cabecera de El Barranco de La Muela y El Barranco de El Morteral, el único en que gracias a este viento y estas nubes, es posible encontrar una fuente de agua incluso en lo más duro del verano (aunque incluso en años buenos también el Barranco de la Pistolera forma alguna fuente).

jueves, 7 de abril de 2016 (Hace 2 semanas)

Tremendo este Algarrobo con casi sólo una rama.
Pero tan grande esta que tiene que la mantiene acostada en el suelo, casi independizándose por su cuenta y tan grande solo la rama como la mayoría de los árboles que tiene cerca.

Algarrobo monotemáticoAlgarrobo monotemático

lunes, 21 de marzo de 2016 (Hace más de 1 mes)

A este zorro no lo seguía sino que me viene siguiendo él a mi. Las primeras grabaciones las hice hacia Junio/2015 y por entonces ya estaba tuerto pero conservaba las dos orejas intactas. Suele moverse junto con su pareja, pero aquella es mucho más desconfiada por eso probablemente mantiene intactas las dos orejas, los dos ojos y también pilla mucha menos comida.
Lo llamaba «el indio» porque cuando se paraba delante de la cámara parecía con las orejas estar saludandome como un idem.

Ahora resulta que no es «indio» sino «india«, y está preñada. Lleva sin aparecer por las cámaras casi 7 días, casi seguro que ya ha parido. Estamos en primavera.

jueves, 10 de marzo de 2016 (Hace más de 1 mes)

La rata de campo o rata negra (Rattus rattus frugivorus) no es negra, al menos por estas latitudes no es ni siquiera oscura, es más bien clara, de color ceniza y con un capirote ocre-anaranjado (apreciable sólo con buena luz). Al contrario de la mucho más conocida y aborrecida Rata de alcantarilla o rata gris (Rattus novergicus) la rata negra habita hoy en día zonas silvestres completamente desvinculadas de la presencia humana. En la Sierra de La Muela de Cartagena tienen especial predilección por los grandes palmitales remotos de los que alimentan buena parte del año y zonas de muy densa vegetación por donde se desplazan trepando.
Son relativamente fáciles de descubrir entre los arbustos moviéndose en parejas, porque aunque habiten zonas remotas y aisladas se confían con rapidez y no se lo piensan mucho ante un plato de comida gratis.

Son fáciles de distinguir de las ratas grises. Son más pequeñas, a medio camino entre un ratón de campo y un rata, más vivarachas, ágiles y preferiblemente trepadoras. Las orejas son más grandes y perfectamente visibles al igual que la cola que es más larga que el conjunto cabeza/cuerpo (en la rata gris es más corta).

Hace no demasiados años eran la especie de rata predominante en España y Europa, pero hacia finales del siglo XVIII la llegada desde China de la rata gris, mucho más agresiva y dependiente de las poblaciones humanas, fue expulsando y relegando a las ratas de campo hacia zonas agrícolas y silvestres donde actualmente se encuentra.
Este episodio de la «expulsión hacia el campo» de las ratas negras por las ratas grises lo narra de fábula Selma Lagerloff en su libro El maravillo viaje del pequeño Nils Holgersson en el capítulo titulado «La vieja casa de Glimminge«

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