Recuerdo el primer fototrampeo que conseguí de Garduña (Martes foina) con bastante ilusión. Había logrado ya imágenes de todos los carnívoros de la Sierra de La Muela, gato montés, gineta, tejón… pero la Garduña se me resistía. Así es que me dediqué casi en exclusiva una temporada a tratar de localizarla. Me costó, pero cuando por fin lo conseguí se me escapó un «toooma!!» que me salió directo desde el estómago. Desde entonces procuro no perderles la pista.
Son bastante más escasas que las ginetas, al menos en la sierra litoral, casi a nivel de gato montés y además son bastante esquivas, no dejándose grabar fácilmente. En cuanto se enciende una luz o se dispara un flash recelan y se largan. Suelen habitar roquedos bastante recónditos y de difícil acceso aunque se las suele culpar de destrozos en gallineros en zonas rurales.
Y ciertamente toda la tranquila y parsimonia que aparentan las ginetas en la garduña es justo al contrario. Son puro nervio. Hace ya tiempo que dejó de ser novedad llegar a la cámara y encontrarme los cables hechos trizas, en trocitos repartidos por el suelo.
El último todavía lo tengo por aquí esperando reconstrucción. El cuerpo de la Nikon tiene una esquina con restos de mordiscos. Han cortado la cinchas de nylon de las cámaras de trampeo varias veces. En una sesión de fotos reciente, volcaron el trípode con la nikon encima (que pesa un varios kilos) y también los cuatro trípodes de focos y sensor de movimiento, cortados varios cables e incluso cortado los cables de una batería Lipo (que debió darle un buen chispazo). Parecía que hubiera pasado Atila con sus caballos. Afortunadamente la vegetación amortiguó las caídas del equipo y no hubo mayores desgracias.