El único punto de agua en varios kilómetros a la redonda es este bebedero instalado por los cazadores para las perdices. El tubo gris de atrás les provee de grano. El dispensador de cemento les ofrece un charquillo de agua. Todo acorazado y enrejado para defenderlo de los jabalíes. Un poco más atrás todavía entre los arbustos está el puesto de caza, donde el cazador ha puesto una silla a unos 6-7 metros, para no errar el tiro.
Decía Miguel Delibes que a los cazadores les gusta mucho el contacto con la naturaleza, rastrear a los animales en el campo, buscar sus sendas y áreas de preferencia, sus fuentes de alimentos y sus horarios, y llegado el momento seleccionar la pieza y respetar al resto de la manada. Nunca he conocido a ninguno de estos, se ve que por esta zona son más de leer a Pocholo.
Si dais volumen a los altavoces se oye el constante cacareo de comunicación de la hembra con los polluelos mientras beben.