Ahora, en estas fechas, aprovechan unos individuos para repoblar el monte con Perdices rojas criadas en granjas. Son animales gordos y torpes, que apenas vuelan y se pasarán el invierno rondando a pocos metros algunos de los muchos comederos de trigo y los bebederos que los cazadores han repartido por diferentes puntos de su coto de caza.
Las perdices que no mueran tropezando con alguna piedra o por algún corte de digestión y que consigan llegar al año siguiente morirán de un cartuchazo en un innesperado y sorprendente giro del significado de la expresión «amor por la naturaleza«.
Esto es básicamente lo que algunos llaman caza menor o actividad cinegética.
Ya saben, amigos, si salen estos días al monte cuidado al doblar un arbusto, podría haber perdices, no las pisen.