Aunque en las Galápagos puedes encontrarte lobos marinos (Arctophoca galapagoensis) casi en cualquier sitio, hay playas o rincones a los que parecen tener especial querencia y estos espacios suelen recibir el nombre de «loberías«. La lobería de San Cristobal es uno de los espacios que primero descubrimos al llegar a las islas y uno de los que nos trajimos mejores recuerdos.
La playa de la lobería es casi una laguna interna. El mar rompe en la linea de costa e inunda a continuación una pequeña playa de poca profundidad (2-3 mts) de arenas blanca y salpicada de rocas negras en las que es fácil ver iguanas tomando el sol, entrando y saliendo del agua y donde las hembras de lobo marino dejan a sus cachorros perfectamente camuflados con las rocas. El resultado es muy parecido al que se produce en los arrefices coralinos en que la rompiente está alejada de costa y junto a la orilla es posible el baño incluso cuando hay mala mar a pocos metros. En la imagen de satélite de GoogleEarth se aprecia muy bien el espacio.
Mientras estuvimos en la isla creo que terminamos allí todas las tardes/noche y viendo el rayo verde a la puesta de sol.
En la lobería de San Cristobal te puedes bañar junto a los lobos marinos, tortugas marinas y mantas que acuden a limpiarse restregandose contra la arena y con la ayuda de bancos de peces que acuden en cuanto ven a uno de estos grandes animales parado en el fondo.
Eso sí, hay que tener siempre a la vista al lobo marino macho encargado del harén de hembras y cachorros que hay en la orilla, por no se lo piensan mucho antes de atacarte si te acercas mucho al grupo. Fuera del agua, pues das un salto y te quitas de su lado, pero en el agua hay que verlo saltando por encima de las olas persiguiendo a otro macho.