La Tarabilla común (Saxicola torquata), del árabe tarab: música. Es uno de esas pequeñas invernantes que junto con los colirrojos y petirrojos acaban de llegar para pasar el invierno por nuestras latitudes.
Los machos, con la cabeza oscura, pecho dorado-anaranjado y un distintivo collar blanco son facilmente identificables e inconfundibles. Las hembras son algo más difíciles de reconocer ya que son casi completamente marrones y el collar blanco, aunque presente, es mucho menos evidente.
Son aves de áreas de estepa, raramente entran en zonas arboladas. Su habitat preferido son las planicies de vegetación baja, los tomillares, pastizales, transitadas por el ganado y en los cuales las Tarabillas se encuentran como pez en el agua, de percha en percha, a la caza de pequeños insectos por el suelo. En estos ecosistemas es donde son más fácilmente reconocibles, incluso de muy lejos: un pajarillo, reconcho pero de pose erguida, permanentemente posado en el extremo de una de las ramas que sobresalen de algún arbusto, y que de vez en cuando se lanza volando a ras de suelo hasta otra ramita similar desde donde sigue vigilando.
Hay páramos, como el llano de las cabras (Aledo), donde, al ponerse el sol, es posible sentarse y ver a nuestro alrededor multitud de Tarabillas ocupando casi toda la llanura que alcanza la vista, equidistantes, perfectamente repartidas por el terreno, aprovechando los últimos rayos de sol que hacen moverse a los insectos que hace un rato permanecian inmoviles.