Como ya viene siendo casi tradición, la familia de Mirlos que lleva rondando el patio todo el invierno ya ha sacado a sus polluelos y viene al patio a entrenarlos en el noble arte de destrozar mis macetas.
Este año en concreto ha sido especialmente fructifero en todos los sentidos: en ejemplares (hasta 6 adultos diferentes acudian a diario al patio) y en volumen de destrozos. En concreto, el último en aparecer ha sido un joven calvorota, y que alborota como solo lo sabe hacer un mirlo. Es extremadamente confiado y no tiene reparos en compartir el patio conmigo y me permite seguir plantado macetas por un lado mientras el las desentierra por otro. Quiero aprovechar para darle las gracias desde aquí (es listo, no me extrañaría que supiese leer) creo que la maceta de Gysophila no la desenterró.
Aquí, una foto de la familia (papa, mama y dos folloneros).
Fijense bien en sus caras y recuerden: mejor darles la comida que dejar que la cojan ellos.