Mi hijo Miguel cumplirá este Julio 21 meses. Ya puede comer de todo y masticar. Por eso mismo el otro día le hice macarrones. A todos los niños les gustan los macarrones, pero Miguel dijo que no. Le insistí y le insistí, y nada.
Hay que tener en cuenta que él lleva todo el año comiendo en la escuela infantil, con su hermana. Pero ahora estamos de vacaciones y yo me ocupo de sus comidas. No son niños, Nerea y él, que den grandes problemas con la comida. Pero Miguel es un poco caprichoso. Y he empezado a cortar por lo sano con sus caprichos (fundamentalmente porque el «capricheo» en un área de la vida se traslada fácilmente a otras), pero con tranquilidad…
– ¿No quieres macarrones?
– No
– Pues nada. Cuando tengas hambre te los comerás.
Algunos llantos a lo largo del día. Cada hora le ofrecía el plato de macarrones (terminé por meterlos en el frigo cuando pasaron 3 horas). Como vió que no le daba otra cosa, no me pedía ni agua: se la bebía él mismo de la mini-piscina que le lleno a diario en el jardín. En un descuido sacó unas habichuelas que usamos como amarracos del mus (dios sabe de dónde las sacó y a qué sabrían) y se las echó a la boca. Lo adverti cuando se sentó en el sofá y vomitó 6 ó 7 habichuelas.
Por la noche le había dicho a Mercedes que nos dispusiéramos a aceptar que el crío se iba a acostar sin comer nada, con un solo biberón de por la mañana en el cuerpo: sin contar algún que otro amarraco. Cuando saqué los macarrones para comérmelos y ver que me miraba le ofrecí… ¡Se terminó el primer plato y le eché otro, que también devoró! Luego pidió tostadas de pan y se comió cuatro. Para terminar se bebió dos vasos de agua.
La siguiente es la lección del lenguado rebozado. Ya os contaré…
* Receta de los macarrones a la Boloñesa: sofreímos cebolla picada, tomate, sal, azúcar y un poco de apio picadico. Le añadimos carne picada (mezcla de vacuno y cerdo, por ej.). A los 10 minutos le añadimos macarrones al punto, y luego queso rayado.