Zorzal charlo  
  Zorzal charlo  

Cantaba Carlos Cano:

Maruja Pérez Limón
natural de Salipón de la provincia de Sevilla
con más plumas que un zorzal,
y de cascos dislocá,
jartica de Andalucía.
(..)

No es que los zorzales tengan muchas plumas, el dicho popular viene a cuento de una particularidad de estos turdidos y que consiste en provocar la perdida de gran cantidad de plumas en momentos de estres, cuando se sienten amenazadas ó en grave peligro, es de suponer que para distraer al atacante como un rabo de lagartija.
El de la foto (Zorzal charlo – Turdus viscivora) debió pasarlas canutas por que nos llegó totalmente calvo.

Lo encontramos en el jardin de casa, en el suelo, entre los rosales. Totalmente paralizado, completamente agotado y con tanta hambre que se dejó coger sin oponer resistencia. No parecía enfermo, simplemente aturdido (como decía es un «turdido«)

Lo entramos en casa, lo pusimos en una jaula con agua y comida y creo que estuvo 3 dias comiendo sin respirar. Lo tuvimos varios meses en casa recuperandose. Y llegó a amansarse bastante. Comia en la mano y ni se inmutaba cuando metiamos la mano en la jaula.

En ese tiempo descubrí la cantidad de rapaces (halcones sobretodo) que a diario sobrevuelan el barrio sin que nos percatemos, ya que el zorzal nos avisaba de un modo bastante peculiar. Sabias que alguna rapaz sobrevolaba la zona (a veces tan increiblemente lejos que costaba distinguirla de un simple puntito en el cielo) porque el zorzal se «acostaba» contra el suelo de la jaula y emita un silbido muy suave y largo. Se paralizaba completamente y se quedaba así hasta que la rapaz dejaba de ser visible. Es increible la vista que tienen siendo tan pequeños.

Cuando recuperó todo el plumaje y empezaba a volar, acostumbramos a «sacarlo a pasear al campo» (foto superior) a ejercitar los musculos. Normalmente se pasaba la tarde volando por el monte donde estuvieramos y al anochecer volvía para meterse en la jaula (siempre que antes no le diera hambre). Asi nos lo llevamos a la Muela, a Peñas Blancas y a la Sierra del Algarrobo, donde se quedó. Debió gustarle porque de aquella ya no volvió. Otro cabrón sin sentimientos.