lunes, 2 de enero de 2017 (Hace 262 dias)

Hace varios años, cuando empecé en casa a mantener de forma más o menos regular el comedero de pájaros me plantee anillar a las aves que acudiesen para identificarlas de forma individual. Hay unas anillas de plástico que venden para canarios que son ideales para anillar pájaros tipo gorrión y verderón que son los más habituales en el comedero. El problema era capturarlos de forma segura, como no disponía de trampa de ningún lo dejé pasar. Pero resultó que los pájaros decidieron organizar ellos su propia trampa.

Macho, azul-izq, anillado: 11/03/2011

Resultó que conforme el número de pájaros iba en aumento la comida en el comedero disminuía con rapidez y esto llevó a las aves a buscar comida en los alrededores del comedero, más concretamente en las jaulas vacías de los canarios que tenía repartidas por el suelo de la terraza. De repente se convirtió en habitual subir a la terraza y encontrarme verderones dentro de jaulas abiertas asustados tratando de escapar pero incapaces de encontrar la puerta por la que habían entrado aturdidos por el miedo ante mi repentina aparición. Sólo los gorriones eran capaces de en una situación crítica como esta acertar con la ubicación de la puerta abierta incluso aunque esto les obligue a huir en la dirección en que yo me encuentro (esto da para algún trabajo sobre etología muy interesante).
El caso es que comencé a anillar verderones y gorriones (estos últimos en menor medida) con combinaciones únicas de anillas de 10 colores y anotándolo en una hoja de cálculo. Empecé poniendo una anilla de color en una pata (roja izquierda, azul izquierda, verde izq…), luego en la otra (roja derecha, azul derecha, verde der…), luego dos anillas por pata (roja-azul izquierda, roja-roja izquierda, roja-verde izq…). Las últimas combinaciones solían ser dos anillas en una pata y una en la otra. Sigue leyendo…

martes, 27 de diciembre de 2016

No tenía intención de fotografiar Lirones, pero como aquel que dice «se me han puesto delante y no tenido más remedio». Así este fin de semana aprovechando la calma lluviosa he instalado los flashes para hacerles alguna foto.

Lirón Careto ILirón Careto I

Lirón Careto IILirón Careto II

Como además tengo una cámara de trampeo en la zona pues quedó registrado el momento del flashazo de la foto de arriba en la que el lirón parece estar a punto de saltar por la cámara.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Una de las pesadillas recurrentes cuando manejas Linux desde un terminal o consola es equivocarte al teclear un comando como ROOT y en lugar de escribir rm ./* escribir rm *, lo primero borra todo en la carpeta, lo segundo borra todo en el ordenador. Sólo me ha pasado una vez, y recuerdo perfectamente ver como desaparecía la carpeta «/BOOT» y «/GRUB» delante de mis narices antes de darme cuenta de la tremenda metedura de pata (afortunadamente no llegó a la H de /HOME).
Como he visto varias veces volver a «pasar la piedra rozándome la cabeza» hace no mucho (más vale tarde que nunca) me decidí a aplicarme una medida para dedos torpes en dos etapas:
1º/ inhabilitar el comando rm
2º/ habilitar el uso de la papelera en consola.

Inhabilitar rm

Esto es tan sencillo como definir un alias llamado rm que diga algo asíalias rm='echo No use «rm», mejor use «del» o la ruta completa de rm «/bin/rm»
Añadiendo esa línea a nuestro de alias (en ~/.alias ó ~/.bashrc depende de tu Linux) cuando escribamos rm en consola nos aparecerá esa advertencia. Si persistimos en usar rm lo único que tenemos que hacer es usar su path completo /bin/rm.

Habilitar del

Habilitar el comando del (como abreviatura de delete, u otro que tu prefieras) es tan simple como crear un script en nuestro directorio BIN (~/bin) con nombre (p.ejemplo) deltrash.sh y con el contenido:#!/bin/sh
kioclient5 move "$@" trash:/

(Para KDE5, en otros KDE usa kioclient)
Ahora, de nuevo en alias creamos un atajo a nuestro script que diga algo comoalias del="rmtrash"
En adelante tras borrar uno o varios archivos veremos algo como

Es una lástima que el patriotismo que los comerciantes demandan en navidad a sus clientes no sea bidireccional y afecte también al precio de los alimentos con el que ellos cuidan a sus compatriotas.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Recojo dos afirmaciones del último apunte de Santiago Alba Rico (Vistalegre II: ¿Renacimiento o suicidio?) que me sirven para guiar y profundizar en la idea de «el debate que queremos»
Dice Santiago:
“Vistalegre II debería pensarse a partir del éxito relativo de Podemos, no de su relativo fracaso, para liberar ahora la organización de todos los viejos lastres ‘prequincemayistas’ y profundizar las fórmulas que nos han dejado a medio camino. “
Y también:
“O se llega a Vistalegre II en condiciones que garanticen que los debates son reales y realmente deciden o se convertirá en un suicida ajuste de cuentas, quizás no tan bochornoso como el del PSOE pero igualmente autodestructivo. Para evitar eso es imprescindible que documentos y candidaturas se voten por separado, a partir del presupuesto de que nadie pone en cuestión el liderazgo de Pablo Iglesias, pero muchos sí -legítima y lealmente- algunas de sus apuestas políticas.”

Reivindica Santiago profundizar en las fórmulas del 15-M y separar documentos y liderazgos.

El eslogan que fue el preludio de los 71 diputados/as de UP decía que los políticos deben ser carteros de la ciudadanía, y no mayordomos de las élites.

Y es también de esto, no de otra cosa, de lo que hablamos, de las reglas del juego: de elegir primero el mejor mensaje y luego quiénes serán las mejores personas en defenderlo. Nadie dice que no haya que votar a personas vinculadas a proyectos, ¡¡porque eso es imposible!!. De lo que estamos hablando es de que el modo de plantear la construcción de un proyecto, define el proyecto. ¿Puede haber consenso en la construcción de los documentos, políticos, organizativos, etc? Sí. Puede y debe. Entonces utilicemos las herramientas que lo favorezcan, como separar en el tiempo el debate sobre documentos y caras.

Y ¿por qué? Pues por varias razones. Sigue leyendo…

sábado, 10 de diciembre de 2016

No miento si digo que tres cosas que me apasionan, o que me gustan, o que han marcado, y lo siguen haciendo, en gran medida mi vida, han sido el fútbol, la música y la política. Y las tres tienen muchas más cosas en común de lo que en principio pudiera parecer.

Durante mi primera juventud fui fan declarado, y émulo aficionado, de numerosos grupos de rock, y de algún que otro equipo de fútbol. De igual modo, también milité en diferentes colectivos políticos.

Si algo he descubierto de las vivencias que estas aficiones me han dado es que adscribirse a una ideología determinada, declarse fan de una banda de música, o forofo de un equipo de fútbol carece hoy de sentido para mí.

Eso no me impide disfrutar de una gran canción, ni emocionarme con un fantástico partido de fútbol, ni reivindicar con mi firma un manifiesto que considero urgente y necesario. Creo, por el contrario, que, muchas veces, vernos libres de ataduras gremiales nos permite gozar plenamente de nuestros aciertos, y enriquecernos de nuestros errores.

Cuando Podemos irrumpe en los parlamentos autonómicos, en los ayuntamientos, en el Congreso y el Senado, los principales medios de comunicación destacan que la ciudadanía plebeya ha llegado a las instituciones. Y a algunos de los que vivían en la poltrona les molesta su/nuestra falta de etiqueta. Y es que es muy cierto que son muchas etiquetas las que Podemos ha roto. Con sus pedazos contruiremos otras, pero no serán iguales. Serán distintas y mejores.

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