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En Noviembre apareció un buen dia por el patio un Mirlo tremendamente confiado. Mientras yo atendía mis plantas por un lado, el bicho correteaba por entre las macetas. Sospechamos que es reincidente. Ya el año pasado, Merche salió algún día detrás de él cuando lo pillaba cazando una ranitas que habiamos soltado en la pila de agua. Acabó por no dejar ni una.
Por Diciembre a pareció la «Mirla«. Y durante todo el invierno se han dedicado a escarbar, desenterrar y volcar macetas por el patio, en agradecimiento a los gusanos de la harina que yo les pongo ponía en el comedero. Acabaron anidando en el ficus del jardín.

Desde hace una semana, un par de volantones se pasan el dia correteando por aqui, son simpáticos. Duermen en el ficus y, como yo, se cagan en los coches que aparcan en la puerta y no me dejan sacar la bici. Anteayer la hembra andaba dandoles tirones a los helechos para arrancar material con que construir el nido que acaban de terminar en el limonero, dos casas más abajo. Solo espero que estos y los que vengan, aprendan a cazar moscas en vuelo, porque como les dé por buscar lombrices en mis macetas, soy yo el que se vá a cagar.