Normalmente sobre el mes de Octubre comienzan a dejarse ver por casa los Petirrojos. Ráramente algún mes de primavera o verano ha aparecido alguno, sospecho que alguna pareja ha criado excepcionalmente por aquí cerca (vivero municipal). Para esa época instalado un comedero en el patio que enseguida lo ocupan las Currucas cabecinegras, un colirrojo, un petirrojo y varios Mirlos. Este año la nueva mezcla para insectívoros ha tenido (y sigue teniendo) tal éxito que me he visto obligado a instalarla fuera del alcance de los Mirlos. Estos son extremadamente voraces y la mezcla que al resto les dura 14-15 días estos se la zampan en 2 días, pero sobretodo en el tiempo que están por casa son un auténtico tormento rompiendo y destrozando macetas y semilleros.
Curioseando por la cocina
Así es que me decidí a colgar la comida de una redecilla (cesta de cebollas) de tal manera que ahora se requiere cierta destreza para acceder a la comida. Los mirlos no la tienen, y el Petirrojo así-así. No se cuelga de la redecilla como hacen las currucas ni vuela tan bien como el Colirrojo para picotear la comida en vuelo (lo hace pero parece que le cuesta bastante más) así es que se la pasa correteando por el suelo y comiéndose lo que cae de la red cuando se posan las currucas. El pobre ha pasado de comer «a-dos-manos» a picotear los despojos que caen del árbol.
Sobre la fregaza que se escurre en la ventana
Ahora se pasa el día entero en el patio, castigando a los insectos de la compostadora, limpiando las macetas y curioseando por entre la cocina en cuanto nos dejamos la puerta abierta.
Claro, de vez en cuando le silbo y le echo bolillas de comida que devora rápidamente.
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