Os voy hacer una consulta que me lleva ronroneando la cabeza una temporada, espero vuestra opinión.
Hace ya casi un año hicimos Merche y una excursión a la Muela, la costa de Boletes, para más señas. Como últimamente me ha dado por hacer, hice un timelapse de dicha excursión, a saber: tomé fotos a intervalos cortos del recorrido. Unos días después monté dicha secuencia de imágenes, le puse musiquilla, unos títulos simpáticos y hasta un cuenta kilómetros en una esquina de la película que marca con sorprendente precisión la distancia recorrida. Y casi subo el vídeo a la galería pública.

Cuando estaba a puntito de subirlo, me dió nosequé: en el vídeo aparecía un rincón de la Muela al que le tengo especial cariño por su ecología, su buena conservación, su belleza paisajista, pero muy especialmente por la enorme cantidad de recuerdos personales que me trae. Conocemos ese rincón desde hace ya más de 30 años y me gustaría que siguiese así, al menos, otros treinta. Es un lugar tranquilo, no remoto y desconocido, sino de esos sitios que dices «pues cuanta menos gente vaya, mejor!«. Asi es que desamartillé el ratón y suspendí la publicación de la secuencia.

     
  Playa de Boletes y el cabo Tiñoso I  
  Playa de Boletes y el cabo Tiñoso I  

Estuve pensándolo durante algunos días. Lo publico, no lo publico. Se me ocurrían y se me ocurren tantos argumentos a favor como en contra de divulgar uno de esos «rincones favoritos«. Los contras parecen evidentes: divulgar la ubicación de un paraje promueve su popularizándolo, y esto, tristemente suele ser el eufemismo que usamos para referirnos a un lugar que está insoportablemente masificado, sucio, contaminado y que con el paso del tiempo acaba por convertirse en algo que ni remotamente se parece al rincón que dio origen a su popularización.
Así es que aparqué el vídeo. Eso fué ya hace casi un año, y ahí ha estado hasta hoy.

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