Me entristece ver que hay quienes se enorgullecen de un calificativo que les vino dado sin más voluntad ni más premeditación que el color de su pelo. Me apena que se pregunten nerviosos porqué no presumir de algo tan artificial, tan grotescamente dirigido y que tantos muertos y sufrimiento a producido y que no vale ni la saliva que se gasta menospreciandolo.
No, vuestro nacionalismo y vuestra fiesta nacional no consiguen ni quitarme el sueño ni despertarme el interés. ¿Quieren ustedes? ¿tienen ustedes la necesidad de aferrarse a algo ya ridículamente caduco? Pues agrupense y presuman del color de su pelo, tendrá al menos algo más de sentido, lo pueden ustedes palpar, medir si crece ó cambia de color, lo pueden sacar a la calle, cuidar y lucir en fiestas donde incluso lleguen a ligar gracias a él, y así cuando alguien les llame a inflar el pecho con el orgullo y a presumir del “moreno con reflejos castaños” quizás perciban solo un poco mejor el bochornoso espectáculo que nos brindan a nosotros, los calvos.