Una de esas pequeñas malas yerbas, que nunca llenará catálogos botánicos de relevancia internacional, devorada por el ganado y confundida en general con las ortigas, pero que vista de cerca (de muy cerca, porque es muy pequeña) pues resulta bien bonita.
Son plantas pequeñas, poco frondosas, de tallos rastreros, comunes en arcenes, orillas de caminos y cultivos y que floreciendo como lo hacen, en pleno invierno, se convierten en una importante fuente de alimento para insectos y abejas.