La Wikipedia dice: «La launa es una arcilla magnésica de estructura pizarrosa y color gris azulado, que resulta de la descomposición de las pizarras arcillosas, y que por sus magníficas propiedades impermeables y aislantes es utilizada para cubrir hornos y tejados (que reciben la denominación de ‘terraos’) en la comarca de la Alpujarra granadina, la Alpujarra Almeriense y en la del Campo de Cartagena, donde recibe la denominación de láguena.«
Me consta que mucha gente se refiere a la láguena con cierto desdén y menosprecio. A mi personalmente es un paisaje que me encanta y que en algunas zonas de la costa llega a tomar tintes de fantasía.
Las láguenas, las laderas de láguena, suelen aparecer en zonas muy erosionadas y áridas, y son comunes por toda la sierra litoral de Cartagena. En la costa de la Muela donde se rompen los montes al llegar al mar son frecuentes los taludes y desprendimientos de láguenas azules, rosas, rojas, blancas… hay zonas en que no sabes que es más verde si el mar o la roca.
Las cubiertas y los hornos de láguena aparecen tanto en las excavaciones arqueológicas de época romana como hoy en día en las antiguas casas de campo de zonas aisladas en las que todavía es posible ver la que fueran viviendas rurales tradicionales del campo Cartagena (especialmente zona litoral). Unas casas pequeñas, con las esquinas redondeadas, encaladas en blanco, cúbicas y con el «terrao» de láguena azul brillante.
Esta misma casa nuestra todavía conserva su cubierta original de láguena bajo la actual de baldosas que la cubre.
Si algún día pasáis por Cartagena acercaros por los bares de la zona del puerto y del ayuntamiento viejo y pediros una láguena, un chupito de vino dulce y anís (50/50). Está muy bueno y entra peligrosamente bien.