O como la llaman los cazadores «la patirroja«, es probable que sea la pieza de caza por excelencia y motivo por el cual se han hecho auténticas barrabasadas en pos de su supuesta protección (estoy hablando de cepos, venenos, lazos, etc…, dedicados a los competidores naturales del cazador dominguero).
Como el resto de las gallinaceas, las perdices construyen sus nidos en el suelo, apenas una pequeña depresión excavada en el suelo y «decorada» con los materiales que el ave puede encontrar estando tumbada en el nido: alguna rama y alguna piedra. En el este nido pueden llegar a incubar hasta 12-14 huevos de los cuales naceran otros tantos polluelos nidífugos, es decir: son capaces de andar (y comer) y escapar del nido casi desde el mismo momento de su nacimiento. En estas especies, con tantos ojos interesandos en echarle el guante, cada segundo cuenta. Sigue leyendo…