Hace muchos cientos de unidades (en internet todo pasa muy deprisa, aunque todo nadie sabe lo que es), allá por el 2003, me decidí a montar mi propio weblog copiando sin escrúpulos la idea de un viejo amigo Earful (por entonces creía que esto de los weblogs era invento suyo) (en realidad lo sigo creyendo) y un viejo jefe Outsider (por entonces creía que Outsider había pirateado descaradamente a Earful, si hasta ambos se apellidaban Bitako!!).
Por entonces mis favoritos se podian contar: Barrapunto y poco más, ni Flickr ni del.icio.us ni leches. Entre esos «y poco más» estaba La decadencia del ingenio, una bitacora que re-rescaté hace poco de renuevo:
Ana María Ruiz Gutiérrez, a quien llamaremos Julia para conservar su anonimato, perdió el teléfono móvil el 26 de septiembre del año en curso. Dada la pobre capacidad adquisitiva de su familia, tuvo que esperarse cuatro días hasta que sus padres cobraran antes de ir a un centro comercial a comprarse uno nuevo. Durante esos cuatro días estuvo completamente incomunicada, aislada de la sociedad, angustiada ante la posibilidad de quedarse sin amigos.
«Fue durísimo –explica–. Imagina: la gente me llamaba y yo no podía contestar. ¡Ni siquiera sabía si me estaban llamando o no! O quedaba con alguien y luego salía de casa sin poder ver los mensajes. ¿Y si la gente con la que había quedado no podía venir o llegaba más tarde? Lo peor era cuando veía un gato y no le podía hacer una foto con el teléfono. Pasé una angustia brutal.
Una web ingeniosa y muy recomendable. Juraría que mantiene el mismo aspecto visual que hace cientos-de-unidades-de-internet, y todavía no sé si esto es un mérito ó que es…