Trabajo en casa, y la ventana de mi office tiene ventanas a la calle, asi que para que no me distraigan las tareas de los vecinos me distraigo yo.
Suelo sentarme a currar a eso de las 9 ó 9:30 a trabajar, casi de espaldas a la ventana y casi al mismo tiempo que leo el correo que ha llegado por la noche conecto el Winamp y la alegria se expande en forma de ondas sonoras y riega todas las casas de los vecinos cercanos, como el aguita amarilla… a un volumen considerable, todo sea dicho.
Esta mañana no ha sido una excepcion.
El problema viene porque si alguien llama a casa, al timbre del jardín, y no es un enano, o una persona excepcionalmente alta (+- 3 metros) se puede trazar una linea recta perfecta entre su nariz y mi monitor, o dicho de otra manera, puede ver como el volumen de la musica impide que me enteré de que su dedito está pulsando el timbre. Vamos que normalmente no me entero.
Las reacciones del personal son de los mas variopintas:
– Amigos, version 1: Hablan desde la puerta del jardin, saludan, como si estuviese a escasos 30 centimetros de su cara. En voz baja. Susurran: «H o l a A l b e r t o , e s t a M e r c h e ? «
– Amigos, version 2: GRITAN desde la puerta del jardin: «TIO, QUIERES ABRIR DE UNA PUTA VEZ!!».
– Carlos. No llama. No hace ruido. Solo abre la puerta del jardin, arrima su cara a los barrotes de la ventana y suelta un alarido del tipo: «TIO ¿TIENES FUEGO?»… – «me cago en tu father….(mentalmente)».
– Vendedor de seguros y/o enciclopedias, europeo. No es guasa, ultimamente hay muchos (se reproducen por esporas creo). Llaman a la puerta. Me ven y me oyen. Ven que no me entero pero miran para otro lado, a los cables que instalaron los de ONO, (son negros), como si no se hubieran percatado de que la musica sale de dentro de la casa, como sí ese tipo que enfrente del ordenador teclea tonterias, fuese una mancha de la pared. Me ignoran. Si no abro se van.
– Vendedor de alfombras, arabe. Llama. Mira al tipo que está en el ordenador trabajando. Llama. Se mueve con impaciencia (media docena de alfombras pesan lo suyo). Llama: «jefe quiere cazadora cuero, alfombra?¿»
– Pedrín, el panadero. Llama, pasa muy muy rapido. Vuelve a llamar: «Quieres algo?». Pasa, anda y habla muy deprisa, como si el juicio final estuviera al caer: «…venga, que el mundo se acaba!! quieres pan ?»
– Policia municipal que esta mañana me ha traido la citacion de la junta electoral para formar parte de la mesa electoral del barrio como presidente suplente: Llama a la puerta, y como es evidente que no lo oigo… APORREA EL TIMBRE como si fuese, él, tamborilero feliz con prisas: «Alberto Garcia?… esto es de la junta».
El vecino se para, y cuando comprueba que no se llevan al vecino detenido sigue paseando al perro.