Historias del bonolibro
miércoles, 21 de septiembre de 2011El Bonolibro es un «cheque» con un valor aproximado de 120 euros que recibe cada alumno/a perteneciente a familias con un nivel de ingresos económicos bajo, o medio-bajo.
Este año el recorte del bonolibro ha hecho que el 80 % de familias que lo recibieron el año pasado se hayan quedado sin esa ayuda.
Si al gasto por libros que siempre sobrepasa los 100-150 euros, le añadimos otros 100 euros mínimos de gasto en material escolar (cartera de libros, bolsa de aseo, estuche, etc) y qué menos que otros 100-200 (zapatillas deportivas, chándal, abrigo…) euros en ropa (que los críos crecen cada año), puede usted mismo imaginar el desembolso que realizan por estas fechas las familias con niños/as en edad escolar en España. El bonolibro simplemente palía en parte ese gasto.
La Consejería de Educación establece unos baremos y se adjudican los bonolibros. Hay familias que acceden a bonolibros sin merecerlos y por consiguiente familias que no acceden a bonolibros, teniendo necesidad de ellos.
Al problema del recorte debemos añadir este otro bastante fácil de comprender (quizá no tanto de solventar): existen bastantes familias que viven «en negro», sin cotizar a Hacienda y beneficiándose de becas y ayudas como la del bonolibro (además, claro, de la exención de impuestos). Pero lo sangrante surge cuando familias con un nivel socioeconómico alto o altísimo «en negro», solicitan -con todo su morro- y obtienen el bonolibro, en detrimento de las que son realmente pobres o lo necesitan. Y ¿qué se puede hacer?
Cuando reivindicamos que el Estado aumente el control sobre el dinero negro, también reivindicamos que toda esta trapecería desaparezca. El dinero en inspectores de Hacienda es una inversión segura, y debería cotizar en bolsa.
Raquel
#1/ 21 de September/2011 a 22:34:50
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¿Y qué se puede hacer?
A los de mis Diver (PDC) les costaba gastarse esas "perras" en los libros de texto (los de mi ámbito, sobre los 35 €) incluso cuando había para todos, porque además muchas librerías eran cómplices del fraude (conozco incluso alguna que se compró una sombrilla de playa en la librería), mientras que los "ilegales" no podían acceder a este café para todos y los "legales no locales" no tenían oportunidad de hacer la trampa. En fin...
Este año decidí quitarlos y hacerme/hacernos mi propio material con algo propio y bastante de aquí y de allá. Ellos fotocopiarán, imprimirán o copiarán, mes a mes, euro a euro..y lo mejorarán mucho :). La editorial cambió el formato (para más inri, porque cambios, los de siempre, innecesarios). Ofrezco 5 euros en FOTOCOPIAS DEL CENTRO por el libro de texto del curso anterior a los alumnos que he tenido los últimos años, para conseguir un banco de libros en clase, por las actividades. Ando negociando con la oficina qué ponen ellos (creo que habrá regateo, ya ves, que tengo potestad de darles las fotocopias del centro que quiera de momento y no parece mala idea, ¿no?).
Vivimos en el absurdo desde hace tanto que esto es lo que menos me preocupa de las "novedades" de este comienzo de curso. Un saludo.
Carmen
#2/ 21 de September/2011 a 23:11:59
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El año pasado el bonolibro se daba absolutamente a todo el mundo, sin mirar ningún tipo de renta, sólo por ser estudiante de primaria. Ya el año pasado y anteriores se comentaba en "petit comite" la injusticia del asunto. Este año nos encontramos con esta sorpresa y yo, directamente afectada, me quedo sola reclamando por escrito mientras todo el mundo se queja y decide no hacer nada. Ahora, una cosa te voy a decir, hay algo muy positivo en esto: cuando colgaron las listas (qué gran acierto hacer públicas estas cosas), el comentario general en nuestro querido centro era: "Eso sólo se lo dan a los moros verás". No he vuelto a oir comentarios despectivos de ningún tipo y sólo espero que alguien los haga en mi presencia, jeje. Y un par de cosas para puntualizar esta historia (que me ha hecho retorcerme los últimos días): el gasto en libros por alumno de primero es de más de 200 euros (no sé cuánto vale el de religión) y un poco menos en tercero, es decir el bono cubre la mitad del importe de solo libros. En mi caso además, a mis dos hijos los han colocado en "situaciones administrativas" distintas: con la misma renta y los mismos datos colocan a un hermano "denegado" y a otro "pendiente de cupo"... ¿¿podrían hacerlo peor??
Otra cosa, Raquel, es que en los centros se trabajara más el no depender tanto de las editoriales y los materiales de éstas para el aprendizaje. Supongo que en centros como el tuyo te compensará hacer todo ese trabajo y ese alarde de imaginación. En mi caso concreto hemos tenido que comprar dos cartillas de lectura diferentes de primero; era el único libro reutilizable de mi hijo a mi hija, pero este año lo han cambiado y además la nueva tutora ha decidido que quería otro libro diferente... bueno, gasto cantidades indecentes en libros, no me quejo, pero laas políticas de adquisición de material librario deberían revisarse.
Robespierre
#3/ 22 de September/2011 a 10:54:13
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deberíamos haber aprendido ya la lección de estos años de insensatez zapateril: la lección es "lo que es gratis no vale nada". "El dinero público no es de nadie" - esto no lo dijo un borracho, sino una ministra. Los vientos sombríos que soplan se llevarán las longanizas con las que los bienintencionados confeccionaban bufandas para los perros, ante la aprobación general. Game over.
Miguel
#4/ 23 de September/2011 a 13:55:56
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Sí, Raquel, el negociaco que se llevan las editoriales es otro asunto al que no sé a qué esperan para hincarle el diente. Y sí también, Carmen, en lo que comentas de las políticas (macro y micro) de adquisición de material librario. También de acuerdo Robespierre en que el "juego" se ha acabado en muchos sentidos, y los platos rotos los van a pagar con el dinero que antes se destinaba a gasto social, porque sobraba de los presupuestos generales.
Pero me queda la sensación de no encontrar mecanismos o herramientas que contrarresten la miseria moral COTIDIANA, la que supone arramblar con lo que haya encima de la mesa, aunque no me haga falta. Miseria moral que no conoce límite, ni fronteras, ni estatus social, y que por lo visto y vivido, es imparable, porque llega a corromper hasta al principal mecanismo que le puede poner coto: la escuela.
18 de December, 2024 @ 18:53