Tengo que reconocer que este domingo salí a bucear por El Portús algo más motivado de lo habitual después de que Copépodo nos dijera que había fotografíado un nudibranquio en La Azohía en una ubicación que le había comentado yo, que no he visto todavía ninguno. Y vaya, hubo suerte.
Ver un nudibranquio en buceando en apnea es complicado, pero ver un Caballito de mar (Hippocampus gutulattus) es, tristemente, mucho más raro.

     
  Caballito de mar I  
  Caballito de mar I  

Recuerdo que en las casas del Mar Menor hace años era costumbre común colgar de pequeñas puas en la fachada uno o más caballitos secados al sol, que quedaban ahí perpetuamente decorando la casa junto con alguna estrella de mar que algún día fue roja.

Cuando hablamos del tema con Miguel&Cristina de la asoc. Hippocampus se te cae el alma a los pies. Cada año se organizan en el Mar Menor voluntariado para el seguimiento y censado de las poblaciones y el voluntario que consigue ver uno ya se puede dar contento.

     
  Caballito de mar II  
  Caballito de mar II  

El domingo, cuando saliamos del buceo nos cruzamos con un amigo, buzo profesional, le dijimos: «Hemos visto un caballito!» – «¿Sí? ¿se lo habeis dicho a alguien?» -«No, ¿que pasá?» -«No se lo digais, se los llevan!«.
A los caballitos les pasa lo que a las tortugas de tierra, son animales mansos, tremendamente fáciles de coger y que resultan simpáticos hasta morirse. Para colmo parece que los alevines como otros muchos pececillos buscan refugio entre las «faldas» de las enormes Cotylorhizas y Rizhostoma que aunque inofensivas se sacan a toneladas del interior de la laguna cada año. Algún día, se van a estimar los millones de alevines que mueren en estas operaciones y nos vamos a llevar una sorpresa.