Galápagos es principalmente conocido por su biología y descripciones terrestres que le han dado fama. Su fauna y flora terrestres son únicas y singulares, pero reducidas. El catálogo de plantas y animales (al menos antes de las introducidas por el hombre) caben en un tríptico: 58 especies de aves más las migratorias, 1 ratón, 1 rata, no hay sapos, ni ranas, 1-2 murciélagos, 1 serpiente, 7-8 especies reptiles. Hasta los insectos son escasos. Como diría Darwin: y estamos en el Ecuador!!, apenas a 1000 ktms de distancia, en el continente, el asunto es tangencialmente distinto.

Ahora bien, bajo el agua, la cosa es muy diferente. Para un naturalista criado en el Mediterráneo el primer buceo fuera del mare Nostrum es muy chocante, casi incomprensible: apenas hay algas!! no hay posidonias!! ¿donde está la hierba? las rocas están peladas!! no hay esa cosa verde que nos enseñaron que sostiene la pirámide ecológica: hierba->vegetariano->carnívoro. La abundancia de las especies de peces y su tamaño es, incomprensible y desproporcionadamente impresionante. Uno se sumerge en el Atlántico y la duda es inmediata: ¿pero que comen estos bichos? ¿piedras?.
Aquí en el Pacífico, en Galápagos, pasa eso mismo, pero a lo bestia.

     
  Santa frente a un puntas blancas ©Merche Sanz
 
  Santa frente a un puntas blancas ©Merche Sanz  

Es brutal la cantidad y variedad de fauna submarina. Literalmente es imposible mirar para ninguna parte y no ver el mayor banco de peces de colores que hayas visto en tu vida. Y cuando te paras a mirar resulta que esa nube de peces la componen 3, 4, 15, 35 especies distintas, grises, blancos, rojos, con rayas, meros, loros, estandartes y cuando ya estás saturado aparecen los banco de barracudas: miles de ejemplares a escasos centímetros uno de otro que acaban con la poca luz que tenías para hacer fotos. El agua hierve de peces, miles por todas partes, en agua abierta, en el fondo, en las grietas, solitarios, en bancos. Estás bajo el agua mirando a todas partes y entonces descubres bajo tu pie una tortuga con cara de «¿me vas a pisar o qué?». Alguien te toca en el hombro: «Mira!«. Dos tiburones vienen por encima tuya. Otros dos se distinguen al fondo, 6, 8, cuando te vas a dar cuenta puedes contar hasta 10 de estos animales nadando despacio a pocos metros sobre tu cabeza, la barracudas, la tortuga, los bancos de peces enormes se aplastan contra el suelo y se te arriman tratando de mantener las distancias con los predadores, alguien te señala un nudibranquio: «sí, pa ver nudibranquios estoy yo ahora!!» No das a basto, estás aturdido y no haces ni fotos, entonces aparecen las mantas, 2, 4 ,8, 20 mantas volando con una elegancia acojonante a media agua pasan a tu lado y siguen como si todo aquel jaleo de peces no fuera con ellas o ya no les llamase la atención tanta exagerada abundancia, alguien te toca el hombro: «que vienen más!!» como de las sombras aparecen volando hacia tí otras 10 mantas, te esquivan y vuelan detrás del grupo anterior.

     
  Mantas, al fondo, anguilas de arena ©Merche Sanz  
  Mantas, al fondo, anguilas de arena ©Merche Sanz  

Sales del agua, no sabes ni el tiempo que ha pasado y solo atinas a decir: «madre-del-amor-hermoso! que disparate!«