El primer desarrollo que hace un programador al aprender un nuevo lenguaje es uno que diga: Hola mundo! ¿creen que es casualidad?
Una mujer preñada es como un equipo de desarrollo trabajando a contrareloj para que al llegar la fecha prevista, y tal y como prometieron, el producto esté en la calle. Los atrasos no están bien vistos y los adelantos no hacen sino dejar un regusto a producto sin terminar, experimental, como si no tuvieras plena confianza en su aceptación social y tuvieras prisas en averiguarlo.
Y por fin, llega el dia D. Tras meses de desarrollo en la sombra y secretismo la presidenta hace los honores y descubre públicamente la criatura. El misterio se desvela. Las primeras sorpresas, los murmullos y los cuchicheos:
– «Bah tramposos! no arriesgan nada!! han copiado los ojos de la versión anterior!»
– «Pos a mi me parece bien… no eran muy bonicos, pero funcionaban perfectamente y sin necesidad de Service Packs Miopec ni puñetas!!»
El cualquier caso predominan los piropos y el producto, todavía en fase beta (o incluso en alfa), aún a trompicones, se pone en circulación. Empiezan los primeros testeos, caidas imprevistas, los assertion failed, malfucionamiento general, fallos de diseño y, por supuesto, los dichosos virus. Sigue leyendo…