El asunto de lo que es, o no, prioritario en política está, sin duda, en el grupo de los temas que más me obsesionan. Tiene que ver con la eficacia y la eficiencia en el manejo de los esfuerzos, de las energías que destinamos a mejorar donde vivimos. ¿Qué es más importante, urgente o prioritario, luchar por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres o por la paz en Palestina; por conseguir listas electorales abiertas o por la conservación de los mares; por que las cuentas de los partidos políticos sean transparentes o por la abolición del hambre en el mundo? etc, etc.
De entrada diremos: «no se puede comparar, todo es importante». Claro, muy bien. Pero ese no es el asunto. El asunto es que aceptar que todo es importante nos lleva a un callejón sin salida. El de la inactividad.
La mente humana funciona así: Sigue leyendo…