Por suerte no tengo que decidirlo, pero si tuviera que hacerlo muy probablemente haría lo posible por que mis hijos (si los tuviera) no asistiesen a Educación para la Ciudadanía.
Desconozco el temario más allá de lo que sale por TV/Prensa. Consiguieron mi mas absoluta indiferencia desde el momento en que endosaron esta nueva asignatura en reemplazo de las clases de religión, como si fuese necesario disculparse por quitar el doctrinamiento religioso de los colegios.
Posteriormente, que el PP y los obispos hicieran de ella bandera de esta cruzada nacional-católica terminó de poner la puntilla.
Anda y que les zurzan. A los dos.
Como decía, es una suerte. Miedo me dá cuando un gobierno (todo lo bien intencionado que se quiera) se erige y dicta las normas morales que deben regir la sociedad. Sí, todos estamos de acuerdo en que la xenofobia, el sexismo ó el racismo son lacras que hay que eliminar ¿pero como? ¿les van a explicar a mis hijos (si los tuviera) como y porqué hacer objección fiscal? ¿que es la insumisión? ¿la guerra en Palestina? ¿la ONU? ¿los coches ecológicos? ¿los paraisos fiscales? ¿la inmigración ilegal? ¿les van a enseñar que todos somos iguales?
No, mire, mejor lo dejamos.
Señores del Gobierno, ustedes procurenme leyes justas y un espacio de libertad, y enseñenme en la escuela historia, a leer, a escribir y a sumar. Del acceso que tenga a todas estas herramientas y habilidades y de mi propia experiencia personal obtendré yo mis propios valores morales. Con suerte coincidiremos en muchos de estos valores, o quizás decida que la mejor solución al urbanismo costero sea aprender a manejar la dinamita.
Con esta nueva asignatura ustedes presuponen cuales van a ser mis conclusiones finales, y eso, sinceramente, es mucho presuponer.