Me fascinan esos planteamientos que haciendo uso de la inteligencia o de la ironia para subvertir y poner en evidencia.
En la mayoría (por no decir todas) las grandes ciudades está prohibido el grafitti y acusado de vandalismo. Y probablemente en el 90% de las ocasiones ese sea el motivo principal de quien decide echarse a la calle con un bote de spray.
¿Pero que ocurriría si en lugar de «pintar» las paredes un grafittero se dedicase a limpiarlas con un trapo? De repente el argumento de «vandalismo» o agresion se desbarata y tienes que «detenerlo por limpiar la calle?¿». Pagaría por asistir al juicio de este brasileño:
(creo que lo mejor es el final)
Visto en Consume hasta morir