Tengo (tenemos) una prenda de vestir que se llama camiseta. En realidad tengo muchas, pero todas están fabricadas del mismo modo: Dos planchas de tela con la forma aproximada del torso+abdomen de una persona estandar, y otras dos piezas de tela a modo de cilindros, por la cual se meten los brazos y que hemos convenido en llamar «mangas». Pueden ser mangas largas ó cortas, pero para el caso que me entretiene, esto es indiferente.
Lo que me llama la atención de las camisetas es el uso que le damos. Es decir, las inevitables costuras que unen la pieza de delante, la de detrás y las mangas, se colocan hacia dentro, en contacto con el cuerpo, y la parte cómoda, sin plieges ni costuras ni hilos hacia fuera.
Y digo yo, ¿quien tiene que ir cómodo? ¿el jersey?
Pero la cosa no se queda ahí, todavía es peor, por que falta la etiqueta, fabricada normalmente de un tamaño y de un material que cuesta trabajo encontrar algo más antipático. El nailon está muy bien para fabricar paracaídas pero llevar un pedazo en el cogote todo el santo dia… Pues nada, también para dentro.
¿Y en verano? En verano es lo mejor, las costuras por dentro y la publicidad por fuera, y de gratis, como tiene que ser…
Pues así y todo, todavía vendrá alguno a decir:
– «Eh!! que te has puesto la camiseta del revés!!«