Nerea y Miguel

Miguel va camino de los 4 meses y Nerea de los 23. Se llevan como hermanos y el perjudicado siempre es el mismo. Se suele reproducir una situación que yo al principio no llevaba nada bien, aunque me voy acostumbrando: Nerea se acerca al hermano muy lanzada; la animamos -intentando controlar su comportamiento- diciéndole: «dale un besico a tu hermano». Y sí, se lo da. Pero prácticamente al tiempo de dárselo cierra el puño amenazador y se muerde la lengua doblada entre los dientes frunciendo el ceño: si no la apartamos, es cuando le pellizca la cara, la oreja, la mano, o donde pille, con mucha fuerza. Nadie le ha podido enseñar ese gesto. Es innato.
Desde hace varias semanas Nerea construye oraciones simples completas (Sujeto + verbo + predicado), aunque yo todavía no diría que habla porque la interacción oral se limita a pregunta-respuesta y elicita muchos sintagmas («se come» trozos al hablar apoyándose en el contexto y en los objetos de la comunicación):
– Papá toma (la rana de plástico).
– (Papá bájame al) suelo.
– Mmmmm (dame más/quiero/qué rica está la) sopa.
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