No sé cómo ha pasado exactamente, pero de repente TODO EL MUNDO va en bicicleta. Imagino que habrá sido la combinación del buen tiempo, lo caro del transporte motorizado y el felicísimo compromiso de la alcaldía de la ciudad con los carriles-bici.
Yo también me he hecho con una vieja bicicleta de segunda mano a la que hice revisar los frenos y con un candado. Nunca he circulado en bici tan acompañada por otros ciclistas. Se ve a gente de todos los tamaños y edades, que han roto alegremente con un prejuicio mío según el cual los londinenses sólo harían uso de sus bicicletas si contaran con todo un equipo carísimo de vestimenta especializada y un sinfín de artilugios. Levanto la mano y confieso mi error: el horrible esnobismo consumista no parece haber calado (tan) hondo.
Hazte con una bicicleta y sal a pasear cuando caiga un poquillo el sol. Sólo hace falta que un semáforo se ponga en verde justo antes de tener que parar para darte cuenta de qué es la auténtica felicidad.