No me gustan los toros ni la tauromaquia, pero no se equivoque casi me gustan menos las ANDA (asociaciones de defensa de los derechos de los animales). No se vuelvan a equivocar, desde que dejé de darle patadas al balón, hace más de veinte años, que milito/participo/peleo en organizaciones ecologistas/naturalistas.
No me gustan los toros por el mismo motivo que me gusta proteger el medio ambiente en el que vivimos, por humanidad que no por animalidad. Proteger y disfrutar el medio ambiente (y todo lo que contiene) nos hace menos animales, del mismo modo que las corridas de toros nos hacen menos humanos. Javier Ortiz lo dice mejor que yo:
Precisamente ahí está lo esencial del problema: los buenos aficionados hacen abstracción del dolor de los bichos, no lo toman en consideración, lo dejan a beneficio de inventario.Lo ven como una circunstancia necesaria para el desarrollo de la fiesta;no, desde luego, como su objetivo.
(..)Contra lo que me rebelo es contra la capacidad que tenemos los humanos para hacer abstracción de lo que de hecho es inaceptable, pero no nos conviene considerar.
Yo no puedo abstraerme del sufrimiento y agonía de un bicho de 500 kilos, pero por más que lo intente soy incapaz de mover un dedo para oponerme al sufrimiento de un animal mientras están bombardeando Badgad ó Palestina. Es inmoral y superior a mis fuerzas. Dudo mucho que pudiera mirarme al espejo si despues de evitar una corrida de toros pusiese la televisión para ver el número de muertos del dia en el objetivo Israel de turno.
Es ciertamente innevitable que el proyecto Gran Simio me resulte simpático, a pesar de que como ironizaba la cadena Aljazeera pareciese otorgar más derechos que a Tayseer Allouni, periodista de la cadena.
Ya están aqui los sanfermines (un poco más ateos que otros años). No sé a cuantos toros martirizarán durante las fiestas, pero dudo que alcancen la media de 56 muertos/dia que tienen en Irak.