Travesía Bahía Magdalena 2017
martes, 7 de marzo de 2017El pasado día 2/Marzo volvímos de Baja California Sur (México) donde 5 amigos realizamos una travesía en kayak durante 10 días.
Podéis ver algunas fotografías en la galería bajo la etiquetas BCS2017.
En total han sido unos 180 kmts de navegación desde la población de Adolfo López Mateos hasta el poblado pesquero de Puerto Chale. Atravesamos el Estero de la Soleda, Bahía Magdalena y la Bahía de las Almejas lugares que desde finales de Diciembre hasta finales de Marzo se encuentran hiperpoblados de Ballenas grises.
En este mapa de Google Maps podéis ver el track del GPS de la ruta completa, los campamentos y algunos puntos de interés.
Las piraguas las alquilamos en La Paz (capital de la Baja California Sur, BCS), prácticamente el único lugar en muchos kilómetros a la redonda donde es posible encontrar estos equipos y prácticamente a la única empresa dispuesta a alquilárnoslos. Acordamos además con esta misma empresa el transporte por carretera del equipo, víveres, material y nosotros mismos en la madrugada del día 14 hasta el punto de salida (350 kmts desde La Paz) y la recogida en el punto de destino el día 24 a las 12h de la mañana.
La calidad del material estaba lejos de ser deseable, básicamente por desidia en su mantenimiento por parte de una empresa que no usa las piraguas (son las únicas que no ha vendido, todavía). Los tambuchos de todas la piraguas no era estancos, con lo que el agua que entraba corría por la piragua arriba y abajo (mojando todo lo que no estuviera protegido). Menos la nuestra todas las piraguas cogían agua en cuanto las olas pasaban por encima debido al pésimo estado del cierre de los tambuchos. Faltaban cubrebañeras para todos, gracias que llevábamos los nuestros desde Cartagena pudimos hacer alguna adaptarlos a duras penas para piraguas dobles (con la bañera mucho más grande). Yo rompí el cable derecho del timón 15 minutos después de salir y el izquierdo tres días más tarde.
Pero todavía estábamos contentos, son las únicas piraguas que encontramos.
Obviamente todo el material lo llevábamos a cuestas, en las piraguas. El único punto posible de aprovisionamiento en toda la travesía era la población de San Carlos. El resto de poblaciones son apenas poblados de casas muy humildes sin carreteras, luz ni agua corriente, o simplemente son asentamientos temporales despoblados la mayor parte del año usados por pescadores durante periodos.
El transporte más complicado era el agua potable por ser imprescindible y por el volumen de las garrafas. Contamos unos 4 litros x persona x día (sí, parece bastante, pero hay que tener en cuenta el agua de cocinar, accidentes y el margen de error por si la llegada a San Carlos se complicaba, como finalmente ocurrió). Como el agua se vende en garrafas de 1 galón (3,7 litros) empezamos la travesía con 56 litros, 15 galones, 15 garrafas. Acomodar estas 15 garrafas en dos piraguas doble y una sencilla obligó a exprimir al máximo nuestra pericia optimizadora de espacio y volumen.
La llegada a San Carlos no se produjo el día 4 como teníamos previsto sino el día 5 y para entonces habíamos consumido 12 galones. Con lo cual comprando 12 garrafas consumidas – 3 garrafas que quedaban = 9 garrafas con las que nos daría para los 5 días restantes (como así fué). En total consumimos 9 + 12 = 21 garrafas/galón = 79 litros (Aprox. ya que sobraron 2/3 galones).
La travesía comienza a través de un gran canal navegable (Estero de la Soledad) que nace más arriba de nuestro punto de salida y de Adolfo López Mateos y que desemboca en un dos grandes lagunas (Bahía Magdalena y Bahía de las Conchas). Bahía Magdalena junto con la laguna de Ojo de Liebre (reserva de la Biosfera, unos 800 kmts más al norte) son los dos lugares que más concentración de ballenas reciben en esta época.
Bahía Magdalena y Bahía de las Conchas están conectadas cada una de ellas con el Pacífico por sendos aperturas por las que entran el agua y las ballenas a la laguna.
Estos pasos son los puntos potencialmente más peligrosos de la travesía debido a las fuertes corrientes que se originan en ellos (especialmente el segundo que de menor tamaño) por lo que conviene extremar las precauciones a la hora de aproximarse a ellos para cruzarlos haciéndolo exclusivamente durante la subida de la marea, de modo que en caso de ir algo mal la corriente nos meta en la laguna en lugar de sacarnos al Pacífico donde tendríamos entonces sí verdaderos problemas.
Durante el primer día de navegación, en las proximidades de A. Lopez Mateos, la presencia de pangas (embarcaciones dedicadas a pasear gente a ver las ballenas) es constante. Antiguos pescadores y embarcaciones de pesca hoy reconvertidas a turismo ecológico llevan a la gente a observar ballenas a gran velocidad por todo el canal y se llegan a aproximar hasta tocarlas cuando encuentran alguna «ballena amistosa«. Caso de encontrar una de estas ballenas la ley autoriza que lo hagan únicamente a dos embarcaciones al mismo tiempo por «ballena amistosa«, una tercera embarcación deberá esperar su turno o buscar su propia «ballena amistosa«. En caso de encontrarla (algo habitual) el panguero debe parar el motor y nunca acercarse a ella sino dejar que sea el animal el que se aproxime al barco.
No está muy claro el motivo, si simple curiosidad o sociabilidad, pero lo cierto es que las ballenas se acercan a las pangas hasta dejarse tocar, e incluso parecen buscar activamente este contacto físico con los humanos.
Curiosamente, esta confianza entre embarcación y animal no se produce con las piraguas. Siempre que tratamos de aproximarnos a ellas se hundían antes de sobrepasar los 10/12 metros. Las únicas ocasiones en que conseguimos tenerlas más cerca fue siempre estando absolutamente parados y dejando que los animales emergiesen a nuestro lado de forma espontánea. Curiosamente parece darles más miedo una piragua a remo que una embarcación a motor (claro que después de haber experimentado las aproximaciones y contactos que tienen con las pangas, casi mejor que sea así).
Conforme nos alejamos de A. López Mateos el número de pangas se reduce y hacia los 15-20 kilómetros es ya raro ver alguna panga y nos adentramos en un mar de islotes de manglares algo laberíntico en ocasiones. Se reduce la profundidad y hay zonas muy extensas de canales entre manglares en los que la profundidad apenas alcanza el metro de profundidad. Todo el tramo entre el campamento 5º y San Carlos, de unos 15 ktms casi se podría hacer andando en un 50%.
En esta zona los mangles forman islotes y recovecos que hacen muy fácil extraviarse y puesto que los mapas GPS no incluyen las islas de vegetación (solo tierra firme) la orientación puede complicarse y es fácil extraviarse entre pasillos de agua entre las islas. Por esta zona y entre manglares se puede llegar hasta el Estero el Barrila, un canal apenas navegable para un piragua (con marea baja apenas alcanza los 20ctms de agua. Conviene tener esto en cuenta ante la posibilidad de entrar navegando puesto que podemos entrar navegando por un canal por que no podremos salir un par de horas después cuando baje la marea). Este estero supone el punto más cercano al Pacífico. Desde aquí y atravesando unos agotadores 3 kilómetros de dunas se accede a unas gigantescas y desoladas playas del Pacífico, llenas de esqueletos de ballenas, lobos marinos, conchas y todo lo que el mar puede arrastrar.
Al salir de San Carlos y después de reponer agua/comida paramos en la isla de los Pájaros, apenas un banco de arena repleto de aves y a partir del cual prácticamente se entra en Bahía Magdalena. A partir de este punto el paisaje cambia. Los mangles casi desaparecen temporalmente de las orillas y comienza a aparecer el terreno rocoso y el desierto de cardones. Bahía Magdalena y luego Isla Margarita son dos islotes rocosas cuyo paisaje a corta distancia recuerda muchísimo en luz, color y orografía a nuestro sureste ibérico. Luego al acercarnos vemos que la vegetación es más alta (2 metros) y por supuesto las plantas son otras (pocas aromáticas y muchos cactus y otra vegetación xerófila).
La primera parada en Bahía Magdalena fué en el poblado del mismo nombre, donde ya estaban avisados de que íbamos con hambre de langosta. «El Chejo» el dueño del restaurante hizo de anfitrión y nos acomodó en la misma puerta de su modesto restaurante, sin electricidad pero lleno de encanto y junto a un enorme cráneo y mandíbula de ballena azul que hizo de fantástico tenderete de ropa.
Al día siguiente partimos hacia las proximidades del primer cruce de canal al Pacífico, junto al pico de Punta Entrada. Ultima parada y descanso antes del cruce junto a una antigua procesadora de ballena hoy reconvertida en poblado de pescadores de tiburón y cruce hacia isla Margarita. El mar en calma y sin más complicaciones que un canal lleno de ballenas que nos distraían a cada paso.
Isla Margarita es una isla enorme (40 x 10 kmts) y despoblada en su mayor parte, sólo una poblado de pescadores, puerto Alcatráz, y un destacamento militar de 20/30 soldados (puerto Cortéz) que por lo que nos dijeron los pescadores suelen llamar la atención a quien navega cerca. Nosotros mantuvimos la distancia sin acercarnos y ni los llegamos a ver, a cambio tuvimos la mejor experiencia con ballenas desde la piragua de todo la travesía en kayak, con montones de ballenas grises emergiendo a 3 metros de la piragua y lobos marinos jugando a nuestro alrededor (pero manteniendo la distancia desconfiados. En esta zona a los lobos marinos los pescadores les tirotean).
En puerto Alcatráz conseguimos que una familia nos cocinase amablemente en su casa un montón de jureles que los trabajadores nos habían regalado al paso por las piscifactoría. Luego, mientras los comíamos y charlábamos nos enteramos que andaba todo el pueblo de resaca por la enorme celebración del día anterior y en que tuvo lugar un nacimiento y parto muy peculiar y único y es que, según nos contaban, en toda la historia aviación de México, nunca hasta entonces había nacido una niña en un helicóptero que la trasladaba al hospital. Por supuesto la niña fue bautizada como Maria Nubes de los Aires, y aún 24 horas más tarde, Andrés nuestro anfitrión se negaba a probar ni un trago más de cerveza con nosotros.
Al salir de puerto Alcatráz y después del encuentro con las ballenas costeamos isla Margarita hacia el sur ya con la vista puesta en el cruce del último canal y el final de la travesía.
Teníamos previsto cruzar el canal el día 23, para pasar la última noche en isla Creciente, apenas un banco de arena con mala protección para montar las tiendas protegidas del viento, y desde allí saltar el día 24 hacia puerto Chale pero conforme nos acercábamos al canal el tiempo fue empeorando. Se levantó mucho viento y con él mucha ola. A las 12 de la mañana aparcamos las piraguas en la orilla, al sur de Isla Margarita y nos sentamos a esperar que el viento bajase, pero conforme pasaba el día no bajaba la intensidad del viento sino que comenzaba la bajamar añadiendo todavía más dificultad a un posible cruze.
Al atardecer, ya oscureciendo y con el mar todavía revuelto, decidimos montar un campamento ligero, fácil y rápido de desmontar antes del amanecer y lanzarnos entonces a cruzar el canal antes de la salida de sol que es cuando el viento vuelve a arreciar. Y así lo hicimos, nos levantamos a las 4 de la mañana y con los frontales encendidos nos echamos al agua a las 5 de la mañana. Le dimos caña ante el riesgo de que el viento fuera en ascenso y cruzamos la laguna en 5 horas. A las 10h llegamos a puerto Chale donde nos recibió una pandilla de críos en bici y sin cole.
Amanecer paleando en el agua, con las olas pasándote por encima y las ballenas resoplando a tu alrededor vamos a tardar en olvidarlo.
Unos días más tarde, después de un par de excursiones por el desierto volvimos a la zona a ver ballenas, pero esa es otra historia.
Trebol-a lo archivó en Apuntes, Naturaleza y Turismo
18 de November, 2024 @ 06:51