Los Límites en la Educación
viernes, 26 de diciembre de 2008El otro día nos juntamos cinco amigos que no nos veíamos desde hacía bastante tiempo: más de quince años sin ver a dos de ellos. A los otros dos los habré visto no más de una docena de veces en el mismo período de tiempo. Nos juntamos a cenar y lo pasamos en grande recordando nuestros años de instituto. Una de las historias que más gracia me hizo tiene como protagonista a la profesora de inglés llamando la atención a un compañero: «mira Javier – ella muy seria y solemne- la paciencia tiene un límite, y tú lo has sobrepasado. No vuelvas a entrar a clase hasta que no vengas acompañado de tu padre y tu madre»… y nosotros añadíamos luego: «y tu hermana, y tu tía, y tu abuelo, y tu vecino y el perro».
Pero es cierto que casi todo tiene un límite en el ámbito educativo. Muchas veces se dice que uno de los problemas de la sociedad actual, que afecta a los niños en edad escolar, es que los padres y madres no son capaces de «poner límites» a sus hijos. En parte es verdad. Yo he vivido numerosas situaciones en las que me encuentro con madres (los padres, por norma, aún brillan por su ausencia) que no saben cómo manejar a sus hijos. Yo, sin ir más lejos, me encuentro en situaciones en que no sé si es más efectivo un palo en el culo que un abrazo cargado de cariño y paciencia. Y lo que es peor, muchas veces no sé cuando emplear el uno o el otro.
Hablando con Mercedes hemos llegado a la conclusión de que lo fundamental es que los críos sepan hasta donde pueden llegar, y no dejarles ir más allá. Mi experiencia en la educación tanto de mis hijos como de mis alumnos, me lleva a pensar que es necesario aplicar cierto sistema, y no salirse de él hasta encontrar otro sistema mejor, modificando el anterior en lo que sea necesario.
Hay situaciones en que a lo mejor necesitas emplear alternativamente dos sistemas para no saturar y así introducir cierta variedad. Pero sin aumentar demasiado el número de variables a emplear: es importante que los críos sepan siempre a qué atenerse. Una fórmula válida, porque la he utilizado en numerosas ocasiones y funciona, sería más o menos la siguiente (les he puesto título por aquello de la nemotécnica):
Límite Primero: Miel y Rosas
Límite Segundo: La Voz Cavernosa
Límite Tercero: El Chantaje Emocional
Límite Cuarto: Premios y Castigos
Límite Quinto: Bloqueos y Cachetes
Conviene subrayar la importancia de no saltarse ningún paso nosotros, y de la importancia que tiene que los críos aprendan que superar los límites no les sale gratis. Si bien los límites segundo, tercero y cuarto son intercambiables entre sí, no deberíamos alterar el orden porque sí, ni pasar del primero al quinto sin haber agotados los anteriores.
La verdad es que mis hijos han sobrepasado varias veces todos los límites. Pocas veces he llegado al «cachete educativo», pero más de las que a mi me habría gustado. Sin entrar hoy a definir estos límites -ya lo haré más adelante- sí me gustaría aclarar tres aspectos diferentes del «cachete»:
1) Sigo sin ser partidario de emplear el «cachete educativo» en el entorno escolar.
2) Con mi hijo Miguel me he descubierto practicándolo en un sentido para mi antes desconocido que yo llamaría «de equilibrio emocional», y que consiste en un golpeo sencillo, suave, en el culo, acompañado normalmente de un serio y contundente «vale» o «ya está bien» que le provoca el llanto y lo tranquiliza. No sé si es correcto desde el punto de vista pedagógico -seguramente no, no sé- pero, la verdad, a veces estoy tan seguro de que él lo busca…
3) Hasta que he tenido hijos, no diferenciaba entre el «cachete educativo» empleado con los hijos o con los niños en la escuela; ni tampoco en función de que los niños tengan 3, 6 o 12 años. Ahora establezco diferencias bastante claras en el empleo del «cachete educativo» depediendo de si hablamos de nuestros propios hijos y también (fundamentalmente) de su edad.
Juan
#1/ 01 de June/2009 a 22:34:57
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Primero felicitarle por su entrada, me ha gustado.
Segundo, ponerle al corriente del marco legal respeto al "cachete educativo" aún que no dudo que usted ya lo debe conocer.
Soy un estudiante de tercero de psicología y quizás soy demasiado jóven y por eso idealista, pero ni yo, ni mis compañeros de futuro oficio compartimos sus métodos.
La violéncia es el recurso que se usa para imponer unas ideas que no pueden ser defendidas de otro modo, y por tanto, ideas sin sentido.
Comenta usted: "...que le provoca el llanto y lo tranquiliza." Esta seguro que es el cachete el que lo tranquiliza? o el esfuerzo realizado durante el llanto provocado por este?
Detrás de todo esto, en mi parecer hay un problema: venimos de un modelo autoritarista y de ahí se ha pasado a dejar hacer sin haber construido un modelo de autoridad saludable.
Se necesita que haya unos adultos que cubran las necesidades de la crianza. Estas necesidades son las etapas del crecimiento, y los niños necesitan ir consiguiendo y resolviendo cosas para llegar a una autonomía. Este proceso se favorece a través de límites adecuados que tienen que poner esos adultos. Límites en el sentido de algo que habilita un nuevo lugar, una nueva adquisición en ese proceso de humanización.
Los padres se encuentran en una total contradicción: por un lado tienen unas pautas de crianza anteriores interiorizadas que no atendían adecuadamente las necesidades, y por otro un mandato social que le dice que tiene que ser un buen padre, que implica poner límites, pero en un sistema social en el que se transmite que no hay que sufrir. Los padres están en una disyuntiva en la que no saben cómo hacer.
El método es atender las necesidades del crecimiento para poder llegar a ser un sujeto autónomo, pero no como se entiende en la sociedad de hoy, que es desde el individualismo, sino el sujeto autónomo creativo, con conciencia.
Un cordial saludo.
Miguel
#2/ 01 de June/2009 a 23:13:45
Otros comentarios de «Miguel»
Estimado Juan,
Dice ud tantas cosas, que no sé por dónde empezar...
¿Qué métodos dice ud que no comparte conmigo? ¿Mis métodos de tortura?
Yo no he hablado de métodos. No acabo de entender lo que dice respecto a la violencia y los límites.
Me da la impresión que no ha leído los Cinco Límites que menciono aquí. No es que me considere en absoluto un entendido en materia educativa, pero como veo que le interesa lo que he escrito, le animo a leerlos.`Ahí encontrará muchos más argumentos para darme la razón o quitármela...
Saludos
Gabriel
#3/ 28 de December/2009 a 11:09:46
Otros comentarios de «Gabriel»
Muy buena la entrada y las cinco relacionadas. A mi me desagrada profundamente darles cachetes a mi hijo pero hay situaciones en que creo que es necesario (particularmente una mania que tiene de salir corriendo en dirección contraria cuando le decimos que venga con nosotros, si te lo hace en un supermercado ya la tienes liada).
Siempre me ha hecho el efecto de que la gente que es anti cachetes creo que es porque no tienen hijos o porque han tenido la suerte (que les envidio) de tener hijos obedientes (el caracter base del niño pesa mucho en estas cosas).
18 de December, 2024 @ 13:57