Gerónimo, la salamanquesa
domingo, 8 de abril de 2012El texto es de «Mi familia y otros animales» de Gerald Durrell, las fotos son de una de las salamanquesas que vive en nuestro patio y que se dejó ver ya hace un par de semanas por primera vez después del invierno.
Durante las horas diurnas, las salamanquesas residían bajo el yeso suelto de la tapia. Según declinaba el sol y la fresca sombra del magnolio envolvía casa y jardín iban apareciendo, asomando sus cabecitas por las rendijas para contemplar atentamente el entorno con sus ojos dorados. Poco a poco, arrastraban hasta la superficie sus cuerpos gruesos y aplastados, seguidos de una cola cónica que a la luz del atardecer adquiría un color ceniciento. Cruzando con cautela el muro salpicado de musgo, se acogían a la seguridad de la parra para esperar allí a que oscureciese y se encendieran las lámparas. Entonces elegían su terreno de caza y reptaban hasta él por los muros, dirigiéndose unas a los dormitorios, otras a la cocina, mientras que algunas se quedaban en la misma terraza. Una de aquellas salamanquesas escogió mi alcoba como coto particular. Yo la conocía muy bien y la bauticé con el nombre de Gerónimo, porque sus asaltos contra los insectos eran tan astutos y premeditados como las hazañas del famoso piel roja.
Gerónimo parecía ser superior a los demás animales de su especie. En primer lugar, vivía solo, debajo de un pedrusco del macizo de zinnias al pie de mi ventana, y no toleraba que ninguna otra salamanquesa se acercara a su vivienda, ni mucho menos que entrara en mi alcoba. Se despertaba antes que sus congéneres y salía de debajo de su piedra cuando todavía la luz del crepúsculo bañaba el muro y la villa. Trepaba a toda prisa por el encalado precipicio hasta llegar a mi ventana, por cuyo borde se asomaba a fisgar, y sacudía rápidamente la cabeza dos o tres veces, nunca supe si para saludarme o de satisfacción de hallarlo todo tal como lo dejara. Tragando saliva, se sentaba en el alféizar hasta que oscurecía y yo traía una lámpara; al resplandor dorado de la luz cambiaba entonces de color, del gris ceniciento a un pálido rosa perlado que hacía resaltar su bonito diseño de granitos, prestando a su piel un aspecto tan fino y delgado que daban ganas de que fuera transparente para poderle ver los entresijos de su oronda barriga. Con ojos chispeantes de entusiasmo subía contoneándose por la pared hasta su rincón favorito, el rincón exterior izquierdo del techo, y allí se colocaba cabeza abajo en espera de su cena.
Pobrecito hablador
#1/ 09 de April/2012 a 10:29:07
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Muy posiblemente las salamanquesas de la isla de Corfú eran Hemidactylus turcicus y no Tarentola mauritanica pues es más propia de su distribución.
Durrel mete la pata de vez en cuando al asimilar especies más occidentales a la isla griega donde pasó su infancia, posiblemente porque los libros los escribió tiempo después o, en otros casos, porque la nomenclatura de las especies ha cambiado con el tiempo.
Bueno, la verdad es que ahora no recuerdo si en el libro llega a citar el nombre científico de la salamanquesa, pero las descripciones que hace de animales grandes y gordos hacen pensar, más bien, en Tarentola. Claro que ya sabemos lo aficionado que era Durrel a adornar las descripciones con lo que su mujer llamaba "florida prosa"
Jesús Dorda
#2/ 09 de April/2012 a 10:30:34
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El anteriorcomentario es mío. Me olvidé de firmarlo. Saludos.
Trebol-a
#3/ 09 de April/2012 a 11:17:37
Otros comentarios de «Trebol-a»
No concreta la especie ni en el glosario de nombres.
Cuando habla de colores y cuerpos traslúcidos y por el ambiente parece que se refiere a S.rosada, pero luego habla de Salamanquesas enormes que se les marcan las crestas de la espalda y parece que refiere a S.común.
Por cierto, que si amplias las fotos se aprecian algunos de los ácaros que porta la salamanquesa y que comenté en tu blog. En la segunda foto tiene varios repartidos por el cuerpo y dedos, pero en la primera foto se le ven dos debajo del párpado!! auugh...
Glocoru
#4/ 15 de April/2012 a 13:54:49
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Al margen de la especie concreta que fuera,... cuando leí ese libro con 11 años me motivo de tal forma que acabé estudiando biología jeje. ¡Adoro ese libro! Gracias por el texto :DD
21 de November, 2024 @ 18:29