Un enorme lagarto ocelado (Timon lepidus) en mitad de la rambla del cañar y disfrutando con el sol de mediodia. El nombre procede de los ocelos azules que exhiben en el costado, muy llamativos cuando los machos se encuentran en celo.
Desgraciadamente son más fáciles de ver muertos en carretera que vivos y coleando, pero si teneis oportunidad de ver uno, tumbaos en el suelo boca-abajo y con tranquilidad podreis acercaros bastante reptando despacio hacia él. Parece que «la perdida de altura» es todo lo que necesitan para permitir una aproximación a distancias que pueden llegar a ser de muy pocos centímetros.
Eso sí, por mucho que os acerqueis no trateis de cogerlo. Cuando nos encontramos alguno atrapado en alguna balsa abandonada (algo tristemente habitual) le ponemos algún tablón, árbol seco, piedras, etc… a modo de rampa y lo dejamos que salga de forma espontánea o guiandolo. Solo en una ocasión se me ocurrió coger uno, como de la mitad de tamaño del de la foto y desde entonces me prometí hacer todo lo que estuviera en mi mano para que no volvieran a ella… creo que todavía me duele si lo pienso.