El otro día estuve reconstruyendo un hide para fotografiar aves en la sierra. Para no llamar demasiado la atención de la fauna local (incluidos los animales) estas tareas procuro hacerlas a última hora del dia, cuando empieza a oscurecer. Empiezo al ponerse el sol aprovechando los últimos rayos y en el espacio hasta que se hace de noche cerrada me suele dar tiempo para hacer remiendos, anclar vientos, camuflar laterales, limpieza, etc… en esta ocasión me quedé corto, las 23:30 y ahí estaba yo todavía, completamente a oscuras, palpando literalmente para hacer las cosas y terminar de una vez, en medio de una sierra deshabitada, con una carretera rural de nulo transito a 500mts cuando se puso a aullar a mi lado un zorro.

Anochecer en el monteAnochecer en el monte

Llamar aullido a lo que hacen los zorros es una muestra generosidad de mi persona para con la fauna municipal. En realidad lo que sonaba era algo más parecido al sonido que produciría un perro agonizando después de un atropello. Si, exactamente: algo desagradable, inquietante… vaya que acojonaba aún sabiendo perfectamente que era.

Mientras iba terminando (cada vez más deprisa) y carraspeando (cada vez más fuerte) me puse a recordar voces de animales que, aún conociendolos, identificandolos sin genero de dudas y habiendolos oido en multiples ocasiones, acojonan si te pillan el monte a oscuras. Si no eres capaz de identificarlos entonces apaga y vamonos: caldo de cultivo para supercherias varias como os cuento a continuación.

(Ojo: estos audios contiene voces, gritos y ladridos, vigila tus altavoces y su volumen).


Zorro (Vulpes vulpes). Por proximidad y abundancia es probablemente la voz que sea más fácil de oir. Producen esta especie de ladrido-aullido durante casi cualquier época, pero muy especialmente a principos del año, cuando comienzan con el celo, peleas entre rivales, etc… En esta temporada podemos encontrarnos en el monte, rodeados de 4-5 zorros encendidos por el celo ó el olor de alguna hembra y aullando a pocos metros nuestra pero sin llegar nunca a verlos.
Recuerdo una noche, en una casa abandonada en la que ibamos a dormir 5 amigos, y terminar subidos todos al tejado de la casa… nada mas que por si el celo los volviese agresivos!!… deciamos.

Lechuza (Tyto alba). De las rapaces nocturnas la Lechuza común es sin duda la que tiene el repertorio de voces y sonidos guturales más versatil y variado. Sus voces y su canto bien pueden pasar por un simple mochuelo ó por el de una persona susurrando algo incomprensible, y si no que se lo digan a los beatos de la Fuensanta (Murcia) donde hace unos años, creyeron haber descubierto las voces de la mismísima virgen María saliendo de una cueva junto al monasterio y a punto estuvieron de convertir aquello en lugar de peregrinaje hasta que llegaron los de ANSE (mucho más pragmáticos) y desbarataron todo el tinglado conviertiendo en malditopajarracodeldemonioquesustomadao a la que hacía un instante era la inmaculadavirgensantísimamadredelniñoJesus.
Ahora, además, imaginate esos vuelos casi fantasmagóricos de esta rapaz nocturna, completamente sigilosa, silenciosa, de envergadura considerable e inmaculadamente de un blanco brillante, con gran querencia para habitar ruinas y construcciones humanas abandonadas,… sume todos estos factores y ahora deje que te cuenten historias de fantasmas de sabanas blancas que se pasean durante la noche por el 90% de los castillos y pueblos de España.

Tejon (Meles meles). No he conseguido una grabación que esté a la altura del desasosiego que puede llegar a producir escuchar un Tejón de noche en un bosque. Pero traten de situarse e imaginar la voz que emite si mucha gente que lo ha escuchado lo describe como «el llanto de un bebé«.
Solo lo he oido en un par de ocasiones. La primera bajabamos a oscuras la ladera de una montaña, ya bien entrada la noche, de madrugada. Nos sentamos a descansar cuando empezamos a oir algo, todavía a lo lejos. Era como un wuee, wuee, wuee!!, exactamente en llanto de un bebé … solo que en medio de un monte y moviendose entre la maleza hacia nosotros. Nos quedamos de piedra un rato hasta que alguien soltó un «¿que coño es eso??«. Por suerte alguien del grupo ya lo había oido antes.
La segunda vez fue, en una situación similar. El parecido en algunas «estrofas» es tal con el llanto de un bebé que resulta extremadamente incomodo e inquietante. Recuerdo perfectamente mientras lo escuchabamos comentarle a un amigo que «a ver si va a ser realmente un crio y estamos aquí haciendo el gilipollas!«. Luego comienza a correr y a moverse rápido por la ladera del monte en completa oscuridad y sabes que no puede ser un crio, que debe ser un tejón, que TIENE QUE SER un Tejón.