Ayer estuvimos piragüeando por la costa de La Muela, llegamos a esta pequeña cala que veis debajo cargados con los equipos de buceo e hice mi bautismo submarino con botellas, un bautizo de andar por casa, todo sea dicho: nos sumergimos Merche con su equipo al completo y yo con mi neopreno de 2 mm tomando aire por su regulador auxiliar. Al estilo de los saltos en paracaídas con monitor. No es que sea un prodigio de la comodidad, pero estuvimos como media hora alrededor de los 5-6 metros.

Es emocionante poder permanecer debajo del agua sin tener que salir a la superficie a respirar. Moverte con todo el cuerpo (no solo con las piernas) y en 3D (izquierda-derecha, delante-detrás, arriba-abajo). Visual y paisajísticamente hablando el fondo marino es impresionante, fotográficamente es un reto por sus condiciones tan peculiares.

     
  cala bautismal pagana  
  cala bautismal pagana  

El buceo con botellas engancha. Los amigos que lo practican lo hacen con auténtica devoción, le dedican horas y más horas, viajan hasta la otra parte del planeta ( dentro de unos meses se van a islas Galápagos ). Merche bucea en los 4-5 clubes que tenemos alrededor, bucea en clubes de amigos, bucea metiéndose desde playa, bucea desde embarcaciones de amigos, bucea transportando el equipo en piragua y se apunta a los voluntariados de Posidonea y Caballito con tal de seguir buceando. Sí, ciertamente engancha.

Yo lo practicaré más, seguro, pero de ahí a sacarme la licencia y volverme asiduo buzo, hay un trecho que no creo que cruce ni que me moje más allá de alguna inmersión esporádica y a poca profundidad.

Nota: lo que viene a continuación puede desanimar a más de uno a practicar el buceo con botellas.

Tiempo

En mi bautismo del otro día estuvimos 2 personas sumergidas media hora a unos 5-6 metros dejando una botella de 15 litros en 20 atmósferas (bastante vacía). En pleno verano (con frío se consume más) una mujer (los hombres suelen consumir más) con experiencia (los novatos consumen más) a unos 15-20 metros (a más profundidad menos tiempo) se puede llegar a estar unos 110-120 minutos. Como máximo. Lo normal son unos 50 min. bajando hasta 30 mts.
Este es un problema secundario y soportable pero ha tener en cuenta. Es decir, se acabaron las sesiones de una tarde detrás de un pájaro, o toda la mañana fotografiando orquídeas. Nada. Fotográficamente hablando el buceo es llegar, hacer la foto y salir. No es ninguna exageración decir que se está más tiempo preparando y recogiendo el equipo que dándole uso.

Libre albedrío

No se puede debe bucear solo. No es que haya que entrar acompañado, es que se debe permanecer constantemente acompañado. Siempre en contacto visual, de lo contrario suena la alarma. Uno no puede meterse bajo el agua y salir corriendo detrás de un pulpo o perder la noción del tiempo fotografiando una babosa mientras el resto sigue el plan establecido. El libre albedrío bajo el agua ni es libre ni es albedrío. Soy incapaz de imaginar una sesión fotográfica más frustrante. Siempre puedes, me dicen, hacer como Juan Carlos Calvín, un conocido fotógrafo, acompañado por 2 o 3 incondicionales del buceo allá donde quiere/necesita ir. Pero que queréis que os diga, la situación de girarme y ver a dos personas detrás esperando que termine de hacer la foto, por muy incondicionales que sean, me parece cualquier cosa menos cómoda.

Jandro en el momento de recibir un mordisco de un Pez ballesta © Merche Sanz Jandro en el momento de recibir un mordisco de un Pez ballesta © Merche Sanz

Seguridad

Con diferencia la parte más delicada y grave es todo lo referido a salud y seguridad debajo del agua. Es raro el año en que no mueren 2 ó 3 por la costa de Cartagena por actividades directamente relacionadas con el buceo. Desde que salimos con las piraguas por la costa de La Muela creo que hemos asistido a 3 ó 4 situaciones de buzos o «pinchetas» (pescadores en apnea) con final trágico. Merche ha asistido a varios casos de descompresión ó intoxicación por nitrógeno, normalmente por culpa de buzos tan temerarios como novatos pero que te pueden aguar la fiesta por mucho tiempo.
Y es que aunque la actividad esté sobradamente dominada, el lugar conocido y el material en perfecto estado… no deja de producir cierto desasosiego tratar de concentrarte en la exposición fotográfica, en el flash y en el encuadre mientras vigilas el manómetro de presión de la botella de aire, compruebas el profundímetro, escuchas los avisos del ordenador que calcula tiempos de inmersión y descompresión, confirmas con el reloj/profundímetro de auxilio, el cuchillo para evitar enganches en redes, el respirador auxiliar de seguridad por si falla el principal, cascabel de alarma, boya de flotación, regulador de aire del chaleco para no irte a superficie, linterna y otros tantos gadgets a gusto del usuario (que sea capaz de transportarlos).
Personalmente lo que más me cuesta asimilar es el concepto de que «los problemas se solucionan abajo«. Es decir, lo último que se hace cuando se está buceando es salir a escape para la superficie, comportamiento realmente peligroso a partir de 12-15 metros de profundidad. Pero claro, díselo a alguien que siente como el corazón se te acelera por culpa de la presión, que los oídos le duelen y que le falta el aire.

Comodidad

Pensar en ponerse un traje de goma de neopreno negro al sol del verano ya es suficiente para empezar a sudar tinta. Si además hay que ponérselo dentro del agua o embadurnado en champú porque en seco no hay contorsionista con cajones para entrar ahí empieza a dar miedo. Y que después de haber logrado semejante portento del embutido doméstico, con el cuerpo rígido como un espantapájaros te digan: «pues te viene grande!!«, eso ya es de traca: ¿grande? ¿de donde? ¿de la entrepierna?, pues claro!! pero tu has visto como me aprieta en el cuello!!.
Y cuando ya piensas «bueno, ¿no vamos?» «¿irte? ¿ande vas a ir tú alma-de-cántaro? si todavía te faltan los escarpines, los guantes, el chaleco, el regulador, el cuchillo, la capucha, las gafas, el tubo, la botella y su 20 kilos, el cinturón con sus 6 kilos de plomo y por si pensabas salir corriendo dos aletas de metro-veinte. Sí, como para salir corriendo detrás de un pulpo…

Tras endosarse el equipamiento anterior cualquier persona normal empezaría a ver una luz blanca acercándose irremediablemente desde el fondo de un túnel negro, pero no, es eso es un lujo que las gafas de buceo impiden que se produzca ya que al empañarse como efecto de la insolación y los 62ºC de temperatura que emite el cuerpo humano al sobrepasar ciertos límites pues evitan que podamos ver nada, ni un túnel negro, ni un océano gigantesco de agua golpeándote en la espinilla.

Si toda esta humillación te ha sabido a poco ya solo queda explicarte donde y como se orina cuando se está buceando, pero como no quiero abusar lo dejaré enteramente a vuestra imaginación.