De vez en cuando, sin prisa pero (juraría) a intervalos regulares, sigo oyendo el clásico latigillo «tenemos a los políticos que nos merecemos«.

Yo siempre me hago ilusiones porque me creo que están a punto de ofertarme, como a nuestros merecidos políticos, un contrato urbanistico en la costa, pero como no acaba de llegar esa oportunidad de progreso y desarrollo local que me jubile por los restos pues me he acostumbrado ya a deducir que hace referencia a que nos representan personas de catadura moral similar (por lo bajo) a la nuestra.
( siendo «nuestra«: un ente subjetivo e imaginado del colectivo humano, ajeno al mundo real normalmente, y sobre el que se proyectan las peores cualidades éticas y morales del locutor-e-improvisado-sociologo-de-los-cojones como si estas fuesen propiedad de todos los que le rodean. Pero esa es otra historia ).

Decía, no me distraigais, que cuando oigo el susodicho latigillo no puede evitar acordarme de la película «La jauría humana» y otras bellas manifestaciones del sentir colectivo, y pienso: «no, no tenemos a los politicos que nos merecemos, afortunadamente«. Miren esta noticia

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Pero entonces ¿es acaso ZP & co. lo más progresista a lo que podemos aspirar? Es que tenemos que conformarnos con este inquieto hombre de progreso que ora se carga los contratos de trabajo, ora la Ley de Costas.
Todavía habrá alguno que se crea lo del voto útil. ¿Lo que nos merecemos?. Y una mierda.