Si fuera grave, habría ocurrido algo en el Parlamento español. Si no ha ocurrido nada, es que no es tan grave.
Imaginemos que la oposición en bloque, tras haber solicitado del Presidente del Gobierno su dimisión y la convocatoria de elecciones anticipadas, previa amenaza de una moción de censura, y ante la negativa de éste, aplaudida y jaleada desde la mayoría absoluta parlamentaria del Partido Popular, imaginemos, digo, que presenta su dimisión, devuelven el acta de diputados y se van a su casa hasta que lleguen las elecciones. ¿Por qué no?
Pues eso, porque no es tan grave.
Pero eso es lo grave, paradójicamente. Nadie está a la altura de las circunstancias. Ni un solo diputado o diputada hasta la fecha.
¿Cómo es posible que hayan pillado al Presidente del Gobierno mintiendo descaradamente, solidarizándose con un delincuente, y nadie dimita? ¿Tengo que recordar que el Presidente del Gobierno lo es porque lo ha votado la mayoría absoluta del Parlamento?
Todos estos parlamentarios, sin excepción que yo conozca, se deben al pueblo que los ha votado, no a su partido. Si esto fuera así, realmente, alguno habría presentado su dimisión, como herramienta de denuncia política. Porque ¿qué otra cosa puede hacer un parlamentario de la oposición en un parlamento gobernado por personas que de manera descarada ostentan el poder para su propio beneficio? ¿Beneficiarse a su vez de la situación? No está bien.
Por favor, que alguien los mande a la mierda. O al menos que les diga: ahí os quedáis… a ese, o esa, lo voto en las próximas, si le quedan ganas de presentarse.