La lucha del colectivo de controladores aéreos no es una lucha de clase, es una lucha de gremio, como casi todas las luchas que hoy tienen que ver con lo laboral: egoista en esencia. La huelga suya del otro día está más cerca de la que podrían realizar los directores de banco mañana si a José Blanco le da por nacionalizar alguno, o la de los médicos de la Seguridad Social si les impiden ejercer en la privada.
Impensable, dirán algunos. Sí; también resultaba impensable hace unos meses que los controladores dejaran de percibir el 50 % de su sueldo. Impensable que por esa razón fueran capaces de abandonar su puesto de trabajo dejando en la estacada sin previo aviso a 600.000 viajeros.
¿Qué relación puede haber entre una huelga de directores de banco, otra de médicos de la seguridad social y la de los controladores? Pues la misma que une a funcionarios, parados, pensionistas, etc y no moviliza a casi nadie: el aumento o la no pérdida de poder adquisitivo. ¿Para qué ése poder adquisitivo (me pregunto y les pregunto, no de manera retórica)? ¿Qué gastos tan enormes tienen? ¿Están salvando el mundo?
Lo que se debate estos días no es la posibilidad de que el sistema económico en quiebra siga arrastrando en su caída a un gremio o a otro; parece claro que esto es y va a seguir siendo así. Lo que se debate aquí, o lo que deberíamos estar debatiendo es si las salidas gremiales sirven, y a quién. Y llegados a este punto, si hay gremios que merecen ser salvados de la quema o no. Y cuáles.
¿Por qué un gremio como el de la construcción se ha hundido y nadie ha salido en su defensa? ¿Por qué recortaron el sueldo a funcionarios y no salieron a defenderse ni ellos? ¿Por qué va a suceder lo mismo con parados y pensionistas? La alternativa al PSOE es el PP, lamentable pero cierto, que nadie se llame andana.
Sí, es cierto que sigue habiendo quien añora y desea un retorno a los tiempos “burbujeantes” del ladrillazo; del lavado de dinero a mansalva; y de la especulación inmobiliaria, etc. Pero la gallina de los huevos de oro está en el guiso de los desamparados. Ya no hay gallina de los huevos de oro para nadie, y el guiso es cada vez más escaso, que nadie se llame a engaño.
Entonces, ¿por qué tenemos que posicionarnos a favor de ningún gremio en general, y menos, en particular, de éstos henchidos de soberbia y sueldacos? ¿Qué sucede? ¿Que ahora caen? Sí, pero en blando…
Desde el momento en que la izquierda sindical y política en España (toda ella) acepta el gremialismo por esa actitud tan natural, y animal, de formar parte de un grupo, de una tribu, aunque sea en el escalafón más bajo de la pirámide, todo está perdido. Desde el momento en que esa izquierda -o una parte radical de ella- acepta la defensa del gremialismo como ariete contra el sistema -o el gobierno de turno- todo vale. Y no. No todo vale. Cada cual es reponsable de sus actos. Por eso me da vergüenza ajena escuchar a quién arguye que la responsabilidad de la protesta de los controladores de la semana pasada es del gobierno del PSOE. No, perdona, la responsabilidad es de ellos y de ellas. El gobierno tiene la responsabilidad de gobernar, no de movilizar a unos u otros gremios, ni de qué manera éstos lo hagan. Que cada palo aguante su vela.
Si la lucha de un gremio consigue los objetivos que persigue es simplemente porque ha sabido jugar la partida de trileros. Pero el logro o el fracaso de su lucha no afecta al sistema: las cartas marcadas estaban encima de la mesa antes (cuando conquistaban/conquistábamos derechos o privilegios), y lo siguen estando ahora (cuando los pierden/perdemos).