Érase una vez una montaña llena de árboles y pájaros, por cuya falda corría un río limpio y azul como una cinta de seda. Un día llegaron unas máquinas y cortaron muchos árboles. Así que muchos pájaros se fueron a vivir a otros lugares. Las máquinas siguieron cortando árboles, pues decían que había que construir muchas casas para la gente. Y también hospitales y gasolineras, y escuelas y comisarías (etc). Eso decían. Pero muchos pájaros ya no tenían casa. Y se posaban en los tejados, y en los semáforos y lo cagaban todo. Y como había tanta gente, todo se ensuciaba con mucha facilidad.
Y volvieron a cortar más árboles, para dejar sitio a carreteras, merenderos y basureros (etc). Y la montaña ya no era tan verde, sino más bien color caca.
Luego las lluvias arrastraron la basura hacia el río, pero también mucha tierra, que sin las raíces de los árboles estaba suelta. Y lo que antes parecía una cinta de seda azul en la falda de la montaña, ahora parecía una cuerda fea.
Y un día la montaña se cansó. Se sacudió la falda, se la arremangó y se fue corriendo. Y no paró de correr hasta que encontró un sitio tranquilo, con pájaros y árboles. Pero tuvo que correr muuuucho, muuuucho. FIN.

* Como de todos los cuentos, de este también podemos obtener diferentes lecturas. Moralejas y moralinas al margen, los niños y niñas pueden aprender las consecuencias de la labor humana sobre el medio, y el precio que hay que pagar. Además, podemos repasar el nombre de diferentes edificios que forman parte del paisaje urbano. La sensibilidad se desarrolla a partir de la toma de conciencia de lo que nos rodea. De todo lo que nos rodea.