Santiago Carrillo afirma que hace falta un nuevo partido a la izquierda del PSOE, pero que IU, tan debilitada por numerosas crisis internas, no puede asumir ese papel; y que además, el PCE tampoco porque “ya no se corresponde a esta época”.
Tiene razón el veterano político y periodista en que la política actual del PSOE deja suficiente margen de acción desde el punto de vista político de izquierdas. Y no tanto porque la política económica y social, la educativa, los asuntos exteriores, la justicia, etc, etc, puedan ser mejorables desde el punto de vista del bien general, sino por otra razón de más calado: el funcionamiento interno.
La ideología de un partido y otro difiere bastante: el papel que debe jugar el estado dentro del panorama nacional, su posición en determinados conflictos; la apuesta por unos sectores económicos en detrimento de otros; el modo de encarar los conflictos internos; el tratamiento a las minorías, es evidente que diferencia a unos partidos de otros. Pero, hoy, todos los partidos políticos se parecen en lo que a la postre es crucial: el modo de organizarse. Todos presentan la misma estructura piramidal.
Es cierto que hay partidos que “dejan hacer” a la base a la hora de reformar sus puestos de dirección. Otros, no; y prefieren “el dedo” designatorio frente al sufragio (más o menos) universal. Pero al final, al paso de unos años, todos los partidos políticos (y podríamos meter en el bote también a los sindicatos) se dotan de una estructura orgánica, que termina tomando las decisiones políticas que (en líneas generales y salvo honrosas excepciones) más convienen a sus intereses particulares.
Yo propongo una alternativa al “partido clásico“, que hoy reivindica Carrillo, y que funda su esperanza de vida en la búsqueda y explotación del caladero de votos. Propongo sustituir la “política sedentaria” por la “política nómada“.
Esta política nómada se caracterizaría fundamentalmente por la lucha por un solo objetivo político al mismo tiempo. Este objetivo único, debería ser alcanzable en el corto (o corto-medio, no más) plazo. Una vez alcanzado este objetivo, la formación política se disolvería entre aplausos y ovaciones.
Nada impediría, una vez alcanzado ese objetivo, que espontáneamente surgiera un nuevo grupo político nómada.
Tampoco sería improbable, y sí más que deseable, que surgieran al mismo tiempo diferentes grupos nómadas, que lucharían cada uno por un solo objetivo político, e incluso que diferentes formaciones políticas nómadas llegaran a apoyarse mutuamente en la consecución de su objetivo único.
Ahora deberemos identificar cuáles pueden ser considerados objetivos políticos nómadas y cuáles no. Seguro que se os ocurre más de uno. Yo propongo el mío: transporte público gratuito y de calidad en Cartagena.