José Miguel Monzón

Siempre me ha gustado el Wyoming.
Lo primero que supe de su existencia fue a través de unas canciones de su grupo “Paracelso” que, si no recuerdo mal, mi hermano Alberto metió en casa.
Un día, pasados los años, lo vi en la tele, no recuerdo bien si en una película o en un programa, de invitado. Su personaje, sarcástico, mordaz, soberbio, ya estaba modelado y definido. Tengo la impresión de que en treinta años no ha tenido que modificar ni un solo aspecto de su personalidad. El Gran Wyoming tiene vida propia, al margen, seguro, de la de José Miguel Monzón.
Desde que entró en la tele lo he seguido por todos los programas que he podido. Hasta por “La Azotea”. Y eso que el formato era feo.
Pero ahora escribe en Público desde sus inicios (“Asuntos y Cuestiones“). Y por eso este apunte mío de hoy: si hay alguien que aún no conoce al Wyoming escritor de apuntes en Público, se pierde a un escritor de apuntes lúcidos; de esos que te reconcilian con la especie a la que pertenecemos: la misma a la que pertecen los miembros del Partido Popular (aunque muchos no lo juraríamos).
Con Wyoming me sucede parecido a lo que me pasaba con Javier Ortiz (y que la relectura de sus antiguos escritos aún me produce): ambos tienen un modo muy limpio y lúcido (insisto) de razonar. Sin floripondios ni adornos. Dicen lo que tienen que decir. Y al terminar de leer sus escritos siempre tienes una sensación de bienestar, difícilmente explicable, tratando los “asuntos y cuestiones” que tratan. Probadlo.