Siempre he pensado que hay que manejar los datos oficiales con sumo cuidado, versen sobre lo que versen y provengan de donde provengan. Podría darse el caso de que los datos oficiales sirvieran para sostener el sistema.
Pongamos por ejemplo las grandes simpatías que Obama ha despertado entre los presidentes de gobierno de países con bastante peso internacional. Según lo leído en prensa los apoyos y palabras de ánimo suscitadas por Obama entre algunos dirigentes se podría estar queriendo dar a entender que el recién elegido presidente tiene el apoyo no solo de sus 63 millones de votantes , sino también de los 19 millones de votantes de Sarkozy, 13 millones de Merkel, 11 millones de Zapatero, los del británico Brown, los del mexicano Calderón.
Pero los datos por sí solos no significan nada. Todos sabemos que todas las conquistas sociales han venido de la mano de fuertes movilizaciones en la calle. Si las grandes manifestaciones de épico entusiasmo (1, 2, 3…) que hemos visto en prensa y televisión de gran parte de las “minorías” latina-afro-americana, que unos apoyamos más que otros, que han servido en gran medida para darle la victoria electoral a Obama, continúan, y son visibles cuando sean necesarias, podremos darle la razón a los que sostienen que sí se puede hacer algo en la dirección correcta.
Pero no olvidemos que el deterioro del sistema es real, dentro y fuera de los USA, y que las alternativas radicales siguen sin gozar de apoyos suficientes (mayormente porque los banqueros corruptos no se van a dejar encarcelar por las buenas).