Leyendo a Javier Ortiz hoy me he acordado de una anécdota que viví en primera persona, y por eso la voy a contar.
Hace años, trabajaba yo como auxiliar administrativo del grupo municipal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Cartagena, como secretario personal de la entonces única concejala, Teresa Rosique. Teresa se oponía y se sigue oponiendo (hoy, desde el grupo parlamentario del PSOE) a los mil y un asaltos urbanísticos que asolan nuestra tierra murciana en general, y nuestro litoral cartagenero, en particular. Sería larguísimo enumerar todas las irregularidades urbanísticas que denunciamos públicamente y administrativamente; a cuántos promotores y constructores señalamos con nombres y apellidos. Entre ellos, Tomás Olivo, de quien ya hemos hablado por aquí y que, cual ronaldinho de los juzgados, fue capaz de abonar 500.000 euros de fianza en metálico para eludir la prisión.

A lo que iba: Año 1992 o 93. Una mañana llega Teresa con un paquete. Me dice que se lo ha hecho llegar Tomás Olivo a su domicilio particular, es un jarrón de Bohemia (o de alguna marca de esas caras). Me pide que haga el favor de coger el coche y llevarlo a la oficina que Tomás Olivo tiene en el chaflán de la Calle Real con la Avenida Reina Victoria (si mal no recuerdo), o por ahí cerca. Lo hago.

Al llegar, le explico la razón de mi visita a la muchacha que atiende la oficina: Tomás Olivo le ha enviado al domicilio particular de la concejala de IU un jarrón y yo vengo a devolverlo. No sabe qué hacer ni qué decir. En muchas de estas circunstancias no se ha visto antes. Marca un número de teléfono y me dice que no, que no se puede quedar con el jarrón. Le digo que yo tampoco, que ella verá, y me despido, dejándoselo en la mesa.

Así es como funciona la cosa. Un empresario, o un constructor, alguien con pasta, en definitiva, te pone un cebo, unas miguitas. Luego más, y más. Como en el cuento de Hansel y Gretel, lo que quiere es tenerte listo para luego servirte en un plato. La única duda es si será de merienda o de cena y quiénes serán los comensales.