Comiendo sandía en el jardín

Aprovechando que estamos de vacaciones mis hijos y yo (Mercedes, la madre, no, que está de tribunal de oposiciones hasta el 20), y siendo alumnero, es decir, por deformación profesional, he dispuesto emplear los primeros días de vacaciones en enseñarles a mis hijos unas lecciones que nos van a facilitar la convivencia el resto del verano (como poco), porque durante el resto del año hemos ido dejando pasar.
La primera lección fue anteayer. Antes de la comida, cuando los veo con hambre, me gusta darles fruta, y se han acostrumbrado muy bien (al menos los fines de semana, que es cuando comemos juntos). Preparé una macedonia con plátano, melocotón, sandía y manzana. Se la enseñé.
– ¿Quién quiere fruta?
– Yo, yo -dijeron al unísono.
– Pues a recoger los juguetes (que llenaban el suelo del comedor).
Tardaron un poco en darse cuenta de que, efectivamente, hasta que los juguetes no estuvieran en el cajón no había nada que pinchar. Pero con un poco de ayuda, Nerea comenzó y Miguel la siguió.
Sé que hay padres que les cuesta que sus hijos coman fruta y recojan los juguetes. Pues he aquí un sencillo método para matar dos pájaros de un tiro.
Claro que una golondrina no hace la primavera, y tendremos que repetir varias veces más la misma lección. Nadie dijo que educar fuera fácil. Requiere de mucha paciencia y constancia. Por eso las vacaciones de verano son un buen momento.