Esto que les cuento, como decía aquel, no solamente es cierto, sino que además es verdadero:

Estaba yo el otro dia en el coche, parado, en un semáforo, dejando pasar a los peatones, cuando cruzaron dos chavales de, digamos, veinte años, y uno de ellos con un andar garboso, como de vacilón, moviendo las manos y posando los dedos como hacen los raperos de la tele, de forma tan ostentosa que, evidentemente, llamaba la atención.

Estaba yo ya pensando para mis adentros en fantasmillas cuando descubrí, tras seguirlo con la vista un rato, que no era ningún aprendiz de rapero, sino un chaval con alguna deficiencia psiquica importante, que, sin pretenderlo, movía así los brazos.

La verdad, si tenía alguna gana de hacerme rapero, se me quitaron ipso facto.