El fútbol es una de esas actividades que se ha prestado y se presta a mil y una comparaciones con la política. Si nos fijamos en la formación táctica de un equipo vemos que hay jugadores que juegan por el lado -o banda- izquierdo del terreno de juego, otros por la derecha y otros por el centro. Para complicarlo un poco más, hay jugadores zurdos que juegan por la derecha y diestros que juegan por la izquierda. Esta situación suele afectar sobre todo a los jugadores delanteros, ya que así su posición de “disparo” hacia la meta contraria es mejor. Tenemos jugadores ambidiestros; otros que están en la grada a espera de que los convoquen. Tenemos árbitros y “jueces” de línea. Y, en fin, tenemos aficionados, que siguen los lances de los partidos desde muy diferentes puntos de vista. Los hay incluso que ni han jugado nunca al fútbol, ni han visto un partido, ni falta -dicen- que les hace. Por último tenemos a los espónsores, que se pagan la publicidad que los jugadores visten y los estadios muestran (y tenemos a Kelme encargada de decirle a los jugadores lo que tienen que opinar).
En el partido de fútbol que se disputan PSOE y PP podemos distinguir a gran parte de las directivas de ambos clubes, perdón, partidos, desenvolviéndose mejor o peor por donde les ha tocado jugar.
Lo primero que podemos ver, claramente, es que el banquillo del Partido Popular está muy desquilibrado: muchos extremos derecha pero muy pocos zurdos. Lo que se traduce en que el delantero centro madrileño necesita apoyo por la banda izquierda que desde que sus propios aficionados lesionaran al extremo izquierda no la ha vuelto a ocupar nadie. Sin embargo juegan con tres extremos derecha que no suelen cambiar de banda por lo que convierten su zona de juego en un auténtico lodazal. Además, se les ve venir desde lejos, con lo que el factor sorpresa se pierde de cara a la portería: no así en la de los espectadores que vienen recibiendo balonazos desde antes de que árbitro pitara el comienzo.
El medio campo del Partido Popular tiene a su cargo repartir juego (y viceversa), pero se le ve torpón dando órdenes a sus compañeros y bastante fondón. De interior izquierda tiene a un catalán muy versátil y flexible (sobre todo en las lumbares) y de interior derecha juega un carrilero con la pierna enyesada que hace las delicias del público cuando esprinta. La defensa está formada por un lateral derecho murciano (que juega muy pegado a la banda y es más duro que el cemento) dos centrales valencianos (que ya se han metido varios goles en su propia porteria al disputarse más de un balón) y un bilbaíno recién fichado que juega por el ala izquierda y que manifiesta claramente su deseo de subir la banda hasta el córner, centrarse y rematar él mismo. De líbero -o por libre- va el más veterano de todos: un gallego al que ya le han hecho varias despedidas del club pero él no se da por aludido y dice que mientras la afición lo respalde él, como Curro Romero, no dexirá rsé mais sisles las botas (o algo así ha dicho). En la portería han aparcado un autobús lleno de pensionistas con bocadillo lo que hace difícil que el PSOE cuele un balón de reglamento, por lo que han empezado a practicar al golf en la banda.
Pensareis que no sé sumar ni jugar al fútbol porque he alineado a 11 jugadores de campo que junto con el portero serían 12. Olvidé mencionar que uno de los extremos derecha es el árbitro que se ha dejado de pamplinas y se ha puesto directamente la camiseta “de la gaviota” y ya ha pegado tres tiros al larguero y cuatro postes, y es el que, de verdad tira de sus compañeros para Arriba España (eso grita) y amenaza con llevarse los tres puntos (o llamo a la guardia civil de verde y con tricornio, eso dice también).